- La Casa del Migrante solicita estrategias de presión política a la Unidad de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, pues a pesar de que cuentan con más de un año de implementación de medidas cautelares dictadas por la Comisión Interamericana de DH, la situación se agrava.
La Casa del Migrante de Saltillo habló directamente con el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez para informar que el día de ayer 13 de junio, entre las 19:30 y las 20:00 horas, Klaus Einhorn, defensor de derechos humanos de nacionalidad alemana y dos migrantes en situación irregular de origen hondureño y guatemalteco, salieron de la Casa del Migrante rumbo a la tienda Soriana, ubicada en la esquina contraria al albergue.
Al regresar, se acercó a ellos una camioneta Ford color gris, dentro de la cual se encontraban tres hombres con armas largas y uno, que era el chofer, tenía un arma corta. Les apuntaron con sus armas y cortaron cartucho de forma amenazante.
Les hicieron muchas preguntas, entre ellas, les preguntaron sus nombres y el por qué estaban ahí. Uno de los migrantes respondió que tenía un mes y medio de haber llegado a Saltillo y que estaba buscando vida para su familia; el otro dijo que tenía dos días de haber llegado y que se regresaría porque no tenía dinero para continuar. Les preguntaron que qué habían comprado en Soriana, a lo que respondieron que unas chanclas y un desodorante.
Preguntaron que quién les había dado permiso de salir, y Klaus dijo que él. Ellos se burlaron y le dijeron “pinché güero, no te pongas rojo”. Les dijeron que si tenían armas, granadas o droga, que se las dieran. A uno de los migrantes le preguntaron que por qué tenía los ojos rojos, y él respondió que porque tenía una infección en los ojos, pero le decían que no, que estaba drogado. El chofer, que parecía el jefe, les dijo a los hombres de atrás que los revisaran, fue entonces que los pusieron contra la camioneta y los revisaron. Klaus preguntó que quiénes eran ellos y el chofer respondió en dos ocasiones que era el diablo. Les siguieron haciendo las mismas preguntas: que quiénes eran y de dónde eran. En varias ocasiones preguntaban lo mismo. En todo momento les hablaron con muchas groserías, insultándolos y ofendiéndolos. Al migrante que dijo que era de Guatemala, le preguntaron que si era del ejército. Él dijo que no, pero ellos insistían en que sí, porque decían que traía zapatos de militar.
Como pasó un vecino por ahí, le preguntaron a Klaus que si se llevaba bien con él, a lo que Klaus contestó que sí. Después, pasó una muchacha y el chofer le preguntó a Klaus que si le gustaba. Klaus contestó que no y ellos se burlaban. Preguntaron de que religión es la casa del migrante y Klaus respondió que de la Iglesia Católica, del obispado de Saltillo. Después le preguntaron que si creía en Dios y el dijo que sí, pero no tanto, que no le gusta la iglesia; entonces, preguntaron que si creía en el diablo. El chofer le dijo a Klaus que a él no le iban a hacer nada, pero que se iban a llevar a sus amigos. Les preguntaron que si trabajaban para los Zetas, que si eran mareros o que para quién trabajaban.
Después preguntaron que cuántos migrantes había en la Casa del Migrante, a lo que un migrante respondió que veinte y el chofer dijo que no era cierto, porque ya tenían un rato dando vueltas y que se veían muchos migrantes jugando futbol. También les preguntaron que si había mujeres en la casa, a lo que contestaron que no. Después preguntaron que si siempre había una patrulla afuera y Klaus contestó que en ese momento la patrulla no se encontraba. Entonces, les dijeron que irían a la casa y que los invitaran a cenar. Sin embargo, les ordenaron que caminaran hacia la Casa del Migrante y así lo hicieron, mientras ellos los siguieron en su camioneta hasta la puerta. Los hombres dijeron: “saludos, nos vemos”. Rechinaron las llantas y se dieron vuelta con rumbo a Soriana.
Por ello, la Casa del Migrante de Saltillo solicita públicamente escribir inmediatamente a las autoridades correspondientes expresando su preocupación y exhortándolas a realizar una verdadera labor de protección integral.
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Contacto:
Casa del Migrante de Saltillo / Tel. (844) 111.32.73 / fronteraconjusticia@gmail.com