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Desde el viernes, numerosas muestras de dignidad ante presencia de Calderón.
Después de haber realizado apresuradas declaraciones en Tokio, tras la masacre de jóvenes en Ciudad Juárez, calificando a las víctimas de pandilleros; después de que Gómez Mont se disculpara en su nombre, pero después afirmará que sólo había “puntualizado” los dichos del presidente; después de que el Estado mexicano ha permitido que exista un índice de 101 muertes violentas por cada 100 mil habitantes (sólo superado por el Medellín de los 90, bajo el dominio de Pablo Escobar); después de todo eso Felipe Calderón llegó a Ciudad Juárez y si bien pidió perdón por sus polémicas declaraciones, volvió a defender al Ejército y se negó a cumplir con el clamor popular de sacarlo de Ciudad Juárez. Incluso se dio el lujo de volver a descalificar a sus críticos al señalar que “seguramente ha habido abusos, no lo dudo, no estamos dispuestos a tolerar un abuso, pero también, sinceramente creo que mil casos en Juárez de desapariciones forzadas del Ejército, yo sí quisiera que se documentaran, lo hiciéramos público, con pruebas no sólo ante el Ministerio Público”. Un poco después afirmaría categórico que “el Ejército no se retira de Ciudad Juárez”.
Pero tanto en el interior del bunker en que se convirtió el centro de convenciones, como en el exterior del mismo y a lo largo del fin de semana, se desarrollaron intensas protestas que en algunos casos fueron reprimidas por la seguridad presidencial, pero que sobre todo llamaron la atención por su creatividad y valentía, en un momento en que Juárez es considerada la ciudad más violenta del mundo. El sábado 13, encabezados por Luz María Dávila (la mujer que confrontó al presidente un día antes, madre de dos muchachos asesinados en Villas de Salvárcar), gran cantidad de Juarences se integraron en la Marcha de Coraje, Dolor y Desagravio, donde pidieron ser consultados sobre la presencia del Ejército en su ciudad.
Mientras tanto, entrevistado en la Ciudad de México en relación a esta grave situación, Luis Arriaga Valenzuela, director del Centro Prodh señaló que la prueba de los incrementos en abusos militares son las mismas cifras de la CNDH. Por su parte Senadores del PAN que fueron consultados por La Jornada afirmaron que “se está dejando en la inseguridad jurídica al Ejército en su papel de policía nacional”, por lo que están impulsando la Ley de seguridad Nacional enviada el año pasado por Calderón, en la que se les confiere ese papel. Hoy mismo La Jornada recuerda, citando fuentes castrenses, que un aspecto fundamental para que el Ejército aceptase incrementar su presencia en la lucha vs el narcotráfico fue el que se desvanecieran las acusaciones contra el general Acosta Chaparro por desaparición de opositores durante la llamada guerra sucia.
Ayer se reportó nuevamente la muerte de un civil en un retén por no detenerse ante las señales de los militares.