Ciudad de México, 23 de abril de 2020. Las respuestas de muchos gobiernos a la COVID-19 han tenido efectos devastadores en las personas en situación de pobreza, consideró el Relator Especial de la ONU sobre la pobreza extrema y derechos humanos, Philip Alston.
“A pesar de los cambios de política pública, a menudo de largo alcance, y los enormes paquetes de apoyo financiero, las personas más vulnerables reciben menos de lo que deberían o están siendo excluidas. Las políticas de muchos Estados reflejan una filosofía de darwinismo social que prioriza los intereses económicos de los más ricos, mientras hace poco por aquellos que trabajan duro para proveer servicios esenciales o que no pueden mantenerse a sí mismos”, lamentó Alston.
El experto advirtió que el COVID-19 podría empujar a más de 500 millones de personas más bajo la línea de pobreza. La Organización Internacional del Trabajo estima que el equivalente a casi 200 millones de trabajos de tiempo completo va a desaparecer en los meses por venir, mientras la pérdida de ingreso podría sumar 3.4 billones de dólares este año. Por su parte, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) estimó que el Producto Interno Bruto (PIB) de los países de Latinoamérica sufra una contracción promedio de 5.3 puntos porcentuales en 2020; esto tendrá un efecto dominó sobre la fuerza laboral, de modo que este año la tasa de desempleo podría crecer 3.4 por ciento.
“Esta es una crisis que afecta de manera desproporcional a las personas en situación de pobreza, quienes son más proclives a tener complicaciones de salud, a vivir con muchas personas en un mismo espacio, a no tener los recursos necesarios para quedarse en casa por largos períodos y a laborar en trabajos que pagan poco, lo cual les fuerza a elegir entre arriesgar su salud o perder su ingreso”, explicó Alston. “En un fracaso moral de proporciones épicas, la mayoría de los Estados están haciendo demasiado poco para proteger a las personas más vulnerables en esta pandemia.”
“Los gobiernos han cerrado países enteros sin hacer el más mínimo esfuerzo para asegurar que las personas puedan sobrevivir”, criticó Alston. “Muchas personas en situación de pobreza viven al día, sin ahorros o almacenamiento de comida. Y, por supuesto, las personas que no tienen vivienda simplemente no pueden quedarse en casa”.
El relator agregó que luego de empujar al encierro a millones de personas sin un plan, algunos gobiernos han respondido con violencia, gratuita y contraproducente, hacia personas de bajos ingresos, forzándolas a dejar sus casas para sobrevivir. Además, a pesar de la disponibilidad de opciones alternativas, muchos Estados continúan deteniendo a las personas vulnerables en cárceles, prisiones o centros de detención de migrantes en condiciones de hacinamiento y sin servicios adecuados de salud. «Para algunas, esto será una sentencia de muerte», sentenció.
De acuerdo con Alston, la pandemia también ha expuesto las dramáticas desigualdades entre países. “Los Estados ricos deberían dirigir apoyos a los gobiernos que lo necesitan, suspender o cancelar deuda externa y dejar de monopolizar equipo médico y pruebas de coronavirus”, dijo. “El asalto a la Organización Mundial de la Salud, en un momento en el que la cooperación multilateral es crucial, es tan injustificado como irracional, y es absolutamente autodestructivo”, añadió.
Finalmente, el experto llamó a llevar a cabo reformas estructurales profundas que protejan a las poblaciones en su conjunto y que ayuden a construir resiliencia de cara a un futuro incierto.