Ciudad de México, 21 de abril de 2020. El Director General de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Guy Ryder, pidió ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) una respuesta inmediata a la pandemia del COVID-19 centrada en las personas y basada en la solidaridad mundial.
Guy Ryder definió la dimensión humana de la pandemia como devastadora, y sus repercusiones sanitarias, sociales y económicas combinadas como la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial, por lo que instó al FMI y al Banco Mundial a centrar su respuesta en “una ayuda inmediata a los trabajadores y a las empresas, a fin de proteger sus actividades y sus medios de subsistencia, sobre todo en los sectores más afectados y en los países en desarrollo”. Afirmó además que es necesario prestar atención prioritaria al impacto sobre las pequeñas empresas, los trabajadores no protegidos y los trabajadores de la economía informal.
Según la última edición del Observatorio de la OIT: COVID-19 y el mundo del trabajo, 81 por ciento de la fuerza del trabajo del mundo (2 700 millones de trabajadores) vive en países donde el confinamiento, obligatorio o recomendado, ha sido instaurado. Muestra además que las horas de trabajo disminuyeron de 6.7 por ciento en el segundo trimestre de 2020, lo que equivale a la pérdida de 195 millones de empleos a tiempo completo.
Guy Ryder invitó al Comité Monetario y Financiero Internacional y al Comité para el Desarrollo a apoyar decididamente cuatro respuestas políticas interrelacionadas: En primer lugar, estimular la economía y la demanda de mano de obra a través de las herramientas fiscales y monetarias disponibles, así como el alivio de la deuda. Las inversiones públicas en los sistemas de salud serán doblemente eficaces, al aportar una contribución vital a la lucha contra la pandemia y crear empleos decentes.
Segundo, proporcionar una ayuda inmediata para sostener las empresas, mantener los empleos y apoyar los ingresos. En este contexto, Guy Ryder puso de manifiesto la necesidad de invertir en medidas de protección social, que pueden contribuir a mitigar las consecuencias más graves de la crisis y, a la vez, actuar como un estabilizador económico.
Tercero, asegurar una protección adecuada a todos los que siguen trabajando durante la crisis. Esto exige garantizar la seguridad y la salud en el trabajo, establecer acuerdos de trabajo adecuados, como el teletrabajo y el acceso a la indemnización por enfermedad.
Cuarto, aprovechar plenamente el diálogo social entre los gobiernos y las organizaciones de empleadores y de trabajadores, que ha demostrado ser útil para encontrar soluciones eficaces, prácticas y equitativas a los tipos de desafíos que actualmente enfrentamos en el mundo del trabajo.
“La crisis ha revelado los enormes déficits de trabajo decente que siguen prevaleciendo en 2020, y muestra la vulnerabilidad de millones de trabajadores cuando sobreviene una crisis”, declaró Ryder, citando las deficiencias en la cobertura de la protección social, la situación precaria de muchas pequeñas empresas y las debilidades de las cadenas de suministro mundiales. Hizo un llamado al FMI y al Banco Mundial para que resistan a la presión a favor de la austeridad y la consolidación fiscal que puede llegar al aparecer las primeras señales de mejora económica y obstaculizar la recuperación completa y sostenible.
La crisis ha demostrado que los hábitos y los comportamientos pueden cambiar, agregó Guy Ryder, señalando que a causa de la paralización total las emisiones de carbono a nivel mundial podrían disminuir de 4 por ciento en 2020.
“Nuestro objetivo deber ser reconstruir todo mejor, de manera que nuestros sistemas sean más seguros, más justos y más sostenibles de los que permitieron que esta crisis ocurriera, y más eficaces para amortiguar las consecuencias de las futuras crisis sobre las poblaciones de todo el mundo”, concluyó.