* Intentan asesinar a sacerdote defensor de los derechos humanos en diciembre; aún no hay respuestas.
Ciudad de México, 11 de febrero de 2019. A más de un mes de la agresión armada contra el sacerdote Raúl Cervera Milán en Veracruz, el ataque permanece en la impunidad.
El 13 de diciembre a las 8:30 de la noche, el sacerdote Raúl Cervera Milán, de la Compañía de Jesús en México, regresaba por una brecha a la casa de la comunidad jesuita después de terminar su trabajo en la cabecera municipal de Huayacocotla, en la sierra norte de Veracruz.
Iba en un Volkswagen sedán blanco. Unos metros antes de llegar su casa en Viborillas, comunidad situada a unos cuatro kilómetros de Huayacocotla, fue interceptado por dos sujetos que venían caminando en sentido contrario. Uno de ellos se acercó del lado derecho del auto y abrió la puerta súbitamente, aprovechando la lentitud del auto debido al irregular camino. Ante esta situación, el padre Raúl aceleró.
Fue en ese momento cuando la persona que quedó al lado izquierdo disparó una pistola estando unos metros detrás del auto. La bala se alojó en el ángulo trasero del carro a la orilla de la ventanilla.
Tras escapar de esta agresión, el sacerdote volvió a la cabecera de Huayacocotla por otra brecha y pidió auxilio a la policía municipal para ser escoltado de nuevo a su casa. Allá lo llevó el comandante Manuel Vite con tres policías municipales más. En la casa de la comunidad se encontraba el padre Alfredo Zepeda González, quien vive en la sierra del norte de Veracruz desde hace 38 años. Intercambiaron números de teléfono con los policías y salieron a pernoctar en la cabecera municipal como precaución inmediata.
El viernes 14 denunciaron la agresión y tentativa de homicidio ante la fiscalía local. Los remitieron a la Policía Ministerial después de la declaración del padre Raúl Cervera, pero les dijeron que no había perito para la reconstrucción de hechos, ni para examinar la bala que perforó la lámina y que el policía investigador estaba ocupado en otro caso de asesinato. Añadió que no había coordinación con la policía municipal. Hasta el día 20 en la mañana llegó a la casa de los padres el jefe de grupo de policía de seguridad estatal, Eulalio Hernández Hernández. Tomaron fotografías al agujero de la bala y dieron su número de teléfono. Los padres Alfredo Zepeda y Raúl Cervera pidieron que al menos dedicara algunos recorridos de vigilancia en la comunidad y que anotara que la brecha del barrio de la cumbre está en deplorable estado; eso impide conducir a más de cuatro kilómetros por hora. Por eso el asaltante abrió la puerta fácilmente al paso del carro.
En reunión con las autoridades y vecinos de la comunidad de Viborillas se concluyó que no hay garantías de seguridad en la comunidad. Después del atentado con intento de homicidio contra el padre Raúl sigue la falta de coordinación entre las policías de seguridad, entre los elementos de la ministerial, no hubo peritajes e investigación alguna.
El domingo 5 de enero, las autoridades de Viborillas y los padres, lograron una entrevista con el Presidente Municipal de Huayacocotla, Juan Lemus, para exigir la rehabilitación de la carretera, iluminación de caminos, vigilancia y coordinación entre corporaciones policiales. Sólo obtuvieron la promesa de ver por el arreglo de la carretera. El presidente municipal aseguró que la inseguridad ha disminuido con la contratación del comandante Manuel Vite.
A más de mes del suceso la policía ministerial, dependiente de la fiscalía local, ni siquiera iniciado investigación operativa, aparte de interrogatorios a los padres contrastando con el apoyo cercano de la comunidad de Viborillas que tomó medidas de seguridad y vigilancia.
El equipo del Proyecto Sierra Norte de Veracruz al que pertenecen los padres jesuitas Alfredo Zepeda y Raúl Cervera está formado por jóvenes laicos hombres y mujeres. Comparten la vida y los conflictos de los pueblos campesinos e indígenas nahua, otomí y tepehua de la sierra y en la huasteca.
En esta región marginada, el trabajo comprende la lucha por los derechos humanos, la cultura y la religión autóctona, la organización comunitaria, la salud, la economía popular y solidaria y la problemática de la emigración, vinculado con otros equipos laicos y eclesiales de las diócesis de Tulancingo, Huejutla y Tuxpan y las redes nacionales de defensa de los derechos indígenas. El proyecto se fundó desde hace cuatro décadas y opera la radio comunitaria laica XHFCE, La Voz Campesina, transmitiendo en las cuatro lenguas de la región. Se escucha en la sierra madre oriental y en todo el abanico de la huasteca veracruzana, potosina, hidalguense y poblana. La radio de Huayacocotla es miembro de la Asociación Latinoamericana de Educación y Comunicación Popular (ALER) con estatus consultivo en la UNESCO.
«Obviamente este trabajo comprometido toca intereses de caciques y explotadores de las comunidades y territorios indígenas. Las amenazas veladas y abiertas nunca han faltado en contra del equipo de este proyecto y de otros agentes eclesiales y sociales de la región», explicaron los religiosos.