México D.F., 5 de mayo de 2010 (Cencos).- En San Salvador Atenco llovió la violencia de Estado, eso no era común en los días de la transición democrática hacia finales del sexenio de Vicente Fox, primer presidente panista luego de 73 años del PRI en el poder.
La policía estatal y la policía federal, formada por elementos del ejército en activo, estrenaban las tácticas de control de población contra un grupo organizado que peleaba por reivindicar demandas sociales, derechos humanos.
Hoy, cuatro años después salgo del metro Juárez para alcanzar la manifestación frente a la Alameda Central y marchar rumbo al Zócalo.
La marcha poco nutrida, de unos cuantos cientos, y muy ruidosa: ambiente de fiesta y mujeres y hombres con paliacate y machete, unos cargando una amplia lona con el mismo Emiliano Zapata que adorna la comisaría ejidal de su municipio; todos, rodeados por estudiantes y extranjeros, juventud de clase media y comprometida.
Las cámaras fotográficas y de video adornan uno de cada cuatro pares de manos, capturan a los atenquences rayando el pavimento de avenida Juárez con los machetes justo frente al palacio de Bellas Artes y la avanzada de la marcha compuesta por la caballería (unos 8 jinetes y sus bestias) entrando por madero rumbo al centro político de la capital para luego llegar hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Al final del recorrido, la arquitectura de la Corte se impone altísima y de puertas cerradas. En la cúspide incluso hay vayas de madera que concluyen con ridiculez la metáfora de oídos clausurados frente a la exigencia de revocar las sentencias de los presos políticos, liberarlos, castigar a los culpables de la represión de aquel 3 y 4 de mayo de 2006, parar la persecución política y los delitos inventados.
Junto al poder Judicial se agrupa la verbena e inicia el mitin. Sobre el templete doña Trini, esposa de Ignacio del Valle (112 años de prisión), Rosa Nelly, madre de Héctor Galindo (67 años por cumplir) y otros integrantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), miembros del Comité Libertad y Justicia para Atenco, el cineasta Bruno Bichir, y muchos más de la sociedad civil organizada.
Se habla de Atenco, pero como emblema de la problemática nacional; hablar de los 12 presos del FPDT es nombrar a todos los presos políticos del país, decir que la SCJN tiene pendiente la resolución de su amparo es recordar los otros pendientes en la fila: los niños muertos por el incendio de la guardería ABC, las demandas del Sindicato Mexicano de Electricistas, la lucha contra presa La Parota, investigar la emboscada paramilitar contra una caravana internacional en San Juan Copala y un gran etcétera, sólo disminuido por las indígenas Teresa y Alberta que lograron sobrevivir al sistema de justicia mexicano.
Mientras, en el Penal de Máxima Seguridad de El Altiplano, tres presos piensan en que la corte se pronuncie sobre su caso; en el penal de Molino de Flores pasa lo mismo con los otros nueve, uno de ellos, Rodolfo, habla a un celular para participar en el acto; el mensaje es claro: ¡No están todos, faltan los presos!
Información elaborada por el Centro Nacional de Comunicación Social