México, DF.- La semana pasada se promulgó la reforma financiera, lo cual fue calificado por El Barzón como un acto más de simulación en perjuicio de los usuarios de los servicios financieros y de la economía nacional en su conjunto.
Con el eufemismo de “más crédito y más barato”, de nueva cuenta el gobierno, con aval del congreso de la unión, cumplió los caprichos de los banqueros, de los mismos que se han enriquecido de administrar el ahorro, convirtiendo el crédito en un sueño inalcanzable para la mayoría de las y los mexicanos, apuntó el comunicado emitido por El Barzón.
La reforma financiera que constó de 13 iniciativas que afectaron a 34 ordenamientos y la promulgación de una nueva ley de agrupaciones financieras, significa el recrudecimiento de las políticas de mercado, modelo pernicioso que ha demostrado su peligrosidad para la economía, en los casos de las crisis financieras de Estados Unidos (2008), España y Grecia (2012).
En el aspecto correspondiente a la ejecución de garantías, ahora los banqueros, sin ninguna obligación real de elevar el crédito y bajar su costo, sí tendrán garantizado el poder ejercer terrorismo en contra de los acreditados, ya que con las reformas al código de comercio, se podrá decretar la “radicación” del deudor, lo que significa un atentado brutal en contra de la libertad de tránsito.
Se mandata la creación de tribunales federales bancarios, que emularán, en su momento, a los jueces españoles, fallando sin miramiento alguno, de forma Express, en contra de los acreditados, despojándolos de su patrimonio, sin importar lo abusivo de las cláusulas en los contratos o los contextos de crisis que se avecinan y generando escenarios tan dramáticos como los que vivieron en México en los noventa o actualmente en España.
La mayor de las simulaciones es, sin duda, la reforma a la Ley de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de los Servicios Financieros, que supuestamente la da más “dientes”, pero en realidad lo redujo a meras posibilidades y a ninguna obligación para las instituciones financieras de someterse en los temas trascendentales a las decisiones de éste órgano. El ejemplo más claro es la posibilidad de la Condusef de declarar abusivas las cláusulas de los contratos financieros, pero eso sí, sin meterse con los verdaderos negocios, las tasas de interés, las comisiones o contraprestaciones que las instituciones le impongan a los acreditados; o la creación del sistema Nacional de arbitraje financiero, pero que son meramente opcionales.
Esta reforma continua el afianzamiento el imperio del capital financiero, la voluntad de los banqueros y la disposición de este país a sus caprichos e intereses, demostrando, una vez más, que en el estado de cosas actual es más grave tener una deuda que a una familia en la calle.
Es necesario señalar que la reforma financiera no representa un cambio sustancial en la rectoría y el papel de la banca en la economía nacional. Si bien se precisan algunas disposiciones en materia de regulación, lo cierto es que ahora, como antes, su aplicación depende de la voluntad política de aplicarlas o no. Y hasta ahora, no se ve en ninguna área del gobierno, interés en obligar a las empresas y en particular a las trasnacionales a cumplir con las obligaciones que marcan las leyes mexicanas. Más bien, se han aprobado reformas, como la laboral, la de telecomunicaciones y la de energía, que flexibilizan y reducen las obligaciones de las empresas privadas con el país.