La indiferencia y el periodismo amenazado

*Opinión

Por Argentina Casanova/@argentinamex

Libertad de expresión/Foto:César Martínez

Una máxima aprendida en las aulas para quienes estudiamos periodismo y comunicación es que nosotras, las personas que escribimos, no debemos ser jamás la noticia. Se nos enseña con los argumentos simplistas de la “objetividad” como un distanciamiento entre el hecho noticioso y nosotras, que jamás debemos formar parte de los sucesos que informamos o mirar con subjetividad. Y ese argumento se lleva en los periódicos y medios para asumir una postura de indiferencia y abandono frente a las mujeres y hombres periodistas que viven amenazas, hostigamiento y que deriva en el asesinato de al menos 20 periodistas de 2012 a 2013, de acuerdo con informes de organizaciones de derechos de periodistas. El común denominador es la impunidad, el silencio y la escasa respuesta de apoyo por parte de la sociedad, en ese coinciden distintas voces en el tema como Periodistas de a Pie y el Centro de Información de la Mujer AC, Artículo 19 entre otros.

Aunque los asesinatos son la forma más grave de violencia contra periodistas, hay muchas otras que  se presenta en todo el país, en algunas entidades fronterizas y de la zona centro del país enmascaradas en el nivel de violencia derivado del frágil estado de derecho, del fortalecimiento de los poderes fácticos y por supuesto del narcotráfico o grupos del crimen organizado a cuyo amparo, en algunas entidades son los propios gobernantes quienes vulneran los derechos de las mujeres periodistas y por supuesto de los hombres que ejercen esta actividad, generando problemáticas diferentes ligadas a la condición de género. De ahí que el oportuno informe de violencia contra mujeres que realizó Cimac presente un panorama claro de cómo se va tejiendo contra las compañeras que laboran en los medios impresos, radiofónicos, televisivos y blogueras independientes.

Este tema fue abordado como una prioridad en el Encuentro Internacional de Mujeres Periodistas, no podía faltar, como tampoco –afortunadamente- en la presentación del Tribunal de Derechos Humanos de las Mujeres, entre los que Elia Baltazar, de Periodistas de a Pie, presentó lo correspondiente por el caso de la desaparición de una compañera, y en su intervención Elia retoma este planteamiento: la negativa a darle cobertura a las agresiones contra periodistas, el abandono del que son objeto las mujeres que lo denuncia, la necesidad de desplazarse y/o de abandonar la actividad como una forma de vida, pasando por encima de sus derechos más elementales, complejizando las relaciones familiares.

En esto se encuentra un hilo constante que es planteado también durante el encuentro de periodistas en Mérida, Yucatán, la familia se convierte en un punto vulnerable especialmente para las mujeres periodistas, así como la impunidad, la connotación de amenaza para la integridad del cuerpo, el hostigamiento se centra en la amenaza de violencia sexual, en el descrédito, en el cuestionar y/o exhibir la vida íntima de la periodista. Igual que como ha ocurrido en otros países contra servidoras públicas incómodas, y mecánica que se repite con las defensoras de derechos humanos. No obstante la constante en los medios es de abandono, desinterés y exigencia a las y los periodistas a no convertirse en la noticia, a no dar información sobre la situación que están viviendo aun cuando es de interés de la sociedad. Si algo pone en riesgo el derecho a la información son las amenazas contra las personas que ejercen el periodismo, si la seguridad del ejercicio profesional no está garantizada para ellos, nada puede ofrecerse para el resto de la sociedad.

Aquí retomo lo dicho por Gerardo Albarrán durante su visita a Campeche en la Escuela de Comunicación: el periodismo es una actividad intelectual y como tal es subjetiva. Esa frase sintetiza el argumento que ha dado origen a múltiples discusiones entre periodistas formados a la antigua y en las redacciones como empíricos, frente a la reflexión que a partir de la formación desde los conceptos de la ética, la responsabilidad social y la comunicación y el acceso a la información como un derecho humano nos lleva a otras periodistas a reclamar el derecho necesario de la subjetividad informativa.

Individualmente o en grupos las mujeres periodistas nos hemos involucrado en temáticas y agendas de la sociedad civil, y a la par, va haciéndose también que las problemáticas del periodismo empiecen a ser de la sociedad, ejemplos notables como las organizaciones de derechos de periodistas cada vez más aliadas con ong´s de derechos humanos, proyectos como el de Violencia y Medios que hace años viene realizando Insyde y la intervención de periodistas en organizaciones de mujeres y observatorios son ejemplos de ese pasar de pasivas individualidades a hacernos la noticia.