Internacional
El ambiente compulsivo contra el gobierno de la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, llegó a su tope el pasado sábado cuando en medio de la inauguración de la Copa Confederaciones, la mandataria fue recibida con sonoros abucheos en las tribunas del estadio Nacional de Brasilia. Horas antes del partido, unas mil personas, expresaron su malestar por la inversión de dinero público en estadios de futbol para la Copa.
El contexto de lo sucedido el sábado, tiene su origen en el incremento en las tarifas de los autobuses urbanos en la ciudad de São Paulo, lo cual provocó protestas masivas, las cuales han sido reprimidas en la ciudad más grande de Brasil.
El Movimiento Pase Libre (MPL) fue acusado por las autoridades y por los grandes medios de promover el desorden y el vandalismo. Pero ellos dicen que el movimiento ya es mucho más grande de lo que pueden controlar. “Está fuera del control. Hay una revuelta popular que existiría aunque no estuviéramos ahí. Cuando se decretó el aumento, también se decretó la revuelta popular. La situación es muy grave y así lo va a seguir siendo mientras la policía reprima”, dice el estudiante Caio Martins, publicó Desinformémonos.
Para el MPL, la violencia ya era esperada, aunque no en estas proporciones. Luiza Mandetta defiende que la reacción del alcalde Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT), evidencia la verdadera cara del partido de Lula. “No fue una sorpresa la actitud de Haddad, que muestra mucho de lo que es el PT hoy: un partido que se dice de izquierda, que fue formado por el trabajo de base junto a movimientos sociales y que hoy los criminaliza abiertamente. Haddad defendió la acción de la policía, bajo la justificativa que obstruir las vías públicas pone las personas en riesgo y que, por lo tanto, la represión policiaca estaba autorizada”, declaró Mandetta.
El problema del transporte, que defienden los activistas, es algo que ya no puede ser ignorado. “El transporte hoy es el tercero mayor gasto de la familia brasileña, lo que significa que la población ya no tiene derecho a transitar”, denunció Rafael Siqueira.
Hoy, 23 años después de la primera propuesta, la tarifa libre es tratada como “anarquía”. Para el sociólogo Wagner Iglecias, profesor de gestión de políticas públicas de la Universidad de São Paulo, los discursos mediáticos y el de la clase media conservadora son los responsables de que se analice sin profundidad la cuestión. Según Iglecias, “el discurso mediático siempre se preocupa con los impactos en el tráfico, sobre todo con los coches. Es como si el espacio público fuera solamente lugar de la locomoción ordenada entre dos espacios privados: de la casa para el trabajo y del trabajo para la casa. Pero ¿quién dijo que el espacio común no puede ser el lugar de discusión de los temas y problemas que son comunes a todos?”, indagó Wagner.
En la manifestación del jueves 13 de junio, 68 personas fueron detenidas antes del inicio de la marcha. La justificación: los detenidos portaban megáfonos y botellas de vinagre – que serían usadas para cancelar los efectos del lacrimógeno. Periodistas de tres distintos medios una vez más estuvieron entre los que se llevaron los policías.
La marcha salió del centro de la ciudad y la policía militar buscó impedir que la multitud, estimada en 30 mil personas, llegara a la avenida Paulista, destino final de la manifestación. Para esto, los encorralaron y los separaron en grupos más pequeños, utilizando para esto bombas de gas lacrimógeno y balas de goma.