El Ejército sigue en las calles, la violencia aún no termina ni siquiera ha descendido. Lo único diferente es la estrategia de seguridad en los medios de comunicación. Sin embargo, resulta relevante lo que sucede con el Ejército.
Durante el sexenio pasado, la principal arma de Felipe Calderón en su guerra contra el narcotráfico fue el Ejército mexicano; con más de 50 mil integrantes fue creciendo en todos los sentidos. Adquirió un equipo logístico nuevo que contrastó con el equipo casi obsoleto que previamente tenía, podemos citar la nota del Reforma del 16 de septiembre de 2012, en donde se publicó que de enero 2007 a agosto 2012 se adquirieron 31 helicópteros y aviones, y más de 4 mil vehículos de todo tipo. Del mismo modo trataron de darle importancia a los derechos humanos, para los que crearon una dirección general y capacitaron a su personal.
Según información oficial, el Ejército ha disminuido 16 por ciento su participación en el combate contra la delincuencia organizada y ahora contribuyen con las fuerzas armadas con un total de 42 mil 346 soldados. No deja de ser preocupante que el otro indicador relevante de la participación del Ejército en seguridad, sean las quejas ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), que durante los primeros 100 días de nuevo gobierno federal se llevan reportadas 321 quejas; que prácticamente es el mismo número de quejas que se presentaron al final del sexenio calderonista.
Dicho incremento de las quejas representó las barbaridades cometidas por miles de soldados: asesinatos, tortura, robo con violencia, secuestro… Las violaciones cometidas no son fortuitas, obedecen a un carácter estructural de la organización y formación militar; incluso podríamos afirmar que las quejas son apenas una muestra de las violaciones cometidas, pues muchas personas que son agraviadas son amenazadas y deciden no ejercer alguna acción que incrimine al Ejército. Y desgraciadamente seguimos acarreando con el problema de la impunidad, pues de las 7 mil 441 quejas que fueron presentadas durante el sexenio 2006-2012, sólo hubo 113 recomendaciones, las cuales han concluido sólo en unos cuantos casos de consignación de responsables.
Ahora que los homicidios dolosos en los primeros 100 días de Enrique Peña Nieto llegan a 2351, 13 más que en los últimos 100 días de gobierno de Felipe Calderón, se ha optado por invisibilizar al Ejército.
Si bien ha disminuido un poco su participación, podemos afirmar que ahora posee muchísima más experiencia y que ésta ha resultado letal en muchos de los casos en los que han atacado a civiles. La continuidad de la guerra calderonista, vista desde la vía de los hechos, exige a la sociedad civil una evaluación exigente a las fuerzas armadas que se han caracterizado por las continuas violaciones a los derechos humanos, lo que parece ser, una característica intrínseca a su formación y trabajo.