¿Qué hace diferente hoy al Ejército mexicano? Hace unos días se conmemoró el primer siglo de vida de la institución castrense y no cabe duda que en los últimos años esta institución ha sido severamente cuestionada.
El general Salvador Cienfuegos, secretario de la Defensa Nacional, señaló en el contexto de la celebración que: “El respeto a los derechos humanos y apego a la ley, seguirán siendo los preceptos que tutelen el íntegro actuar e interacción del soldado de México con la sociedad; toda conducta que se aleje de este sendero, habrá de asumir y afrontar las consecuencias”. Sin duda, el discurso de los derechos humanos ha tomado una gran importancia, debido a las fallas estructurales que tiene esta institución, además Enrique Peña Nieto ha enfatizado que el Ejército se guíe con respeto a los derechos humanos.
Las fuerzas armadas seguirán en las labores de seguridad pública, bajo el entendido de que las circunstancias que demandaron su presencia en la escena pública siguen patentes. Por otro lado, apenas el año pasado en esta misma celebración, el ahora ex secretario Galván Galván, llamaba a la alarma pues decía que “El crimen organizado es un grave fenómeno delictivo, de dimensiones cultural, sociológica y transnacional… esta rémora criminal evolucionó sigilosamente durante décadas… Primero como pandillas, operando con un bajo perfil, controladas por las policías locales. Con los años, las nefastas bandas pasaron a un proceso de enquistamiento en la sociedad, con la colaboración de la propia autoridad. En la dilatación de este proceso, la situación se tornó aún más grave. En algunas regiones del país, la delincuencia organizada se apropió de las Instituciones del Estado…”
Las declaraciones curiosamente eran fieles a lo que se había señalado: el Estado estaba involucrado con la delincuencia organizada. Ahora no se retoma este argumento y sólo se ha dado énfasis en el aporte del Ejército: “El desarrollo del país en el último siglo no se explica sin la lealtad y contribución de nuestras Fuerzas Armadas; no se entiende sin la presencia del Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada de México”, señaló Peña Nieto.
Resulta extraño, que el Presidente no haya insistido en la agravante de las violaciones a los derechos humanos que constituye el fuero militar. El Ejército ha mantenido su resistencia a ser juzgados por tribunales civiles, invocando el fuero militar, contra lo ordenado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CoIDH) y lo dispuesto en México por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
Si estuviera realmente motivado el deseo de que el Ejército cumpliera con los más altos estándares internacionales en derechos humanos, se debería retomar la reforma legislativa para que el Estado mexicano cumpla uno de sus compromisos internacionales. Aunque el trabajo que no ha hecho el poder legislativo, sí lo ha comenzado a hacer el judicial, con la declaración de inconstitucionalidad del artículo 57 fracción II inciso A del Código de Justicia Militar.
En este contexto, no podemos dejar de ver las más de 8 mil quejas sobre el Ejército en la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), por casos tan graves como violación sexual, tortura y homicidio; tampoco podemos omitir las múltiples violaciones a los protocolos antes establecidos en retenes y cateos. Esta confirmación al Ejército para trabajar en funciones de seguridad pública, no debe constituir un cheque en blanco para que se sigan manejando bajo el imperio de la impunidad.