La película “Colosio”, del director Carlos Bolado, se encuentra en las carteleras de los cines de la ciudad de México en estos días. Resulta refrescante apreciar una película con la calidad y trascendencia del tema.
Marzo de 1994: Luis Donaldo Colosio es el candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), mientras que Carlos Salinas de Gortari tiene todos los hilos del poder. La cinta cinematográfica es una investigación seria que contribuye a poner al día y abonar a la verdad que busca el país. Mientras que la recreación del drama se da a partir de una pareja, en la que ella es una periodista y él un investigador al servicio de la pesquisa no oficial, el resto de la película esgrime un guión con estricto apego a los hechos.
Lo relevante es la evidencia de la estructura que asesina al candidato: no sólo los políticos con más intereses, sino también empresarios e, incluso, grupos de la delincuencia organizada. La premisa es el acuerdo criminal de las tres partes, en donde Luis Donaldo no tomó parte; como prueba inobjetable está el discurso del 6 de marzo en el Monumento a la Revolución, donde se distancia de la injusticia y la impunidad. Carlos Salinas y Córdova Montoya, asesor presidencial y jefe del gabinete, son quienes tejen el entramado, a través del CISEN, la PGR y el Estado Mayor Presidencial (EMP).
La película contribuye a los derechos humanos desde dos posiciones. La primera tiene que ver con el acceso a la información y a la verdad; y la segunda, con el desvelamiento de aquellos actores que se encuentran bloqueando el verdadero acceso a la democracia. Ciertamente los ministerios públicos son quienes tienen como tarea la labor de investigar, pero además de ineficaces, al menos en este caso se encuentran totalmente corrompidos; por esto la película contribuye a encontrar respuestas. La segunda posición evidencia que los derechos humanos se encuentran bloqueados por los intereses de una mafia que, por sus integrantes, es una mafia de Estado. Así, desde la integralidad que forma parte de la estructura de los derechos fundamentales, observamos que este hecho sigue teniendo impactos negativos sobre nuestra vida democrática, social y económica. El saldo del sexenio salinista aún sigue presente en las propuestas económicas y las estrategias políticas de sus pupilos. Carlos Bolado y su equipo de actores, además de las excelentes actuaciones y del guión tan bien llevado, le dejan al espectador las consecuencias de aquel suceso de hace dieciocho años: desde entonces se han cometido 280 mil asesinatos, con un total de tres millones de víctimas directas.
En la actual coyuntura política, la película viene a poner el dedo en la llaga; la misma puesta en escena es ya una apuesta a la esperanza, donde no cabe el silencio y el olvido. Los movimientos democráticos del mundo y del país también nos dicen que es posible acotar al poder, así como encontrar nuevos caminos para la justicia y la verdad.