Retomado de Cimac Noticias / Patricia Chandomí, corresponsal
Tuxtla Gutiérrez, 29 may 12 (CIMAC).- El estado de Chiapas es lugar de destino y tránsito de niñas y niños migrantes centroamericanos. Entre 2006 y 2008 la estación migratoria de Tapachula, municipio fronterizo con Guatemala, reportó que fueron deportados 18 mil niños, niñas y adolescentes originarios de Guatemala, Honduras, El Salvador y en menor medida de Nicaragua.
La invisibilidad en la que se encuentran las niñas y los niños migrantes centroamericanos es notoria, pues no existen cifras en cuanto a sexo se refiere, es decir no se sabe cuántas niñas y niños son deportados; los números del Instituto Nacional de Migración (INM) son globales.
Cada año México deporta entre 5 y 8 mil niñas y niños de Centroamérica que viajan acompañados y solos, cuyo objetivo era llegar a Estados Unidos o encontrar un empleo que les permitiera subsistir y a la vez esta cerca de su país de origen, según cifras del INM.
De acuerdo con Carolina Rivera Farfán, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), las niñas, niños y adolescentes migrantes enfrentan escenarios de riesgo y mayor vulnerabilidad al viajar solos o acompañados de manera eventual.
La situación se complica por su edad, su género, la escasez de recursos y porque el contexto de migración es de racismo, discriminación y explotación laboral, explicó la académica.
En Chiapas no hay registros de la migración laboral de la niñez y adolescencia centroamericana, ni en encuestas, tampoco algún registro de internamiento del INM.
La niñez migrante por cuestiones laborales, dijo Rivera Farfán, se emplea en el sector agrícola de la región del Soconusco, con bajos salarios y una situación de vulnerabilidad por ser niñas, niños, indígenas y pobres de otro país.
Las y los niños y los adolescentes migrantes trabajadores de Centroamérica ingresan a México con balsas por el Río Suchiate entre Tecún Umán (Guatemala) y Ciudad Hidalgo (Chiapas).
Las niñas y las adolescentes suelen emplearse en el hogar, haciendo la limpieza o cuidando a otros niños y niñas, así como a personas mayores.
La tercera parte de la niñez migrante centroamericana tiene origen indígena; si viajan solos es porque ya han tenido experiencias migratorias con sus padres, o porque van encargados con algún vecino, familiar o “enganchador laboral”.
Las niñas se emplean en el hogar y los niños en el campo o en empleos informales como boleros o vendedores de dulces y cigarros en las calles.
Trabajan jornadas de más de 12 horas diarias y su salario mensual puede ir desde los 180 hasta los 500 pesos, precisó Carolina Rivera, especialista en el tema de migración infantil y adolescente en la frontera sur de México.