El 5 de junio próximo se cumplirán tres años de la tragedia de la Guardería ABC, donde murieron 25 niñas y 24 niños, mientras que 70 más sufrieron diferentes lesiones en la ciudad de Hermosillo, Sonora. La guardería estaba concesionada a particulares por parte del gobierno federal, a través del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). A la fecha, no existen condiciones de justicia ni de reparación del daño que permitan castigo a los responsables; peor aún, el Estado mexicano no ha implementado condiciones de regulación en las estancias infantiles para evitar que una nueva tragedia suceda.
Ante esta situación de injusticia sistemática, los padres y las madres de las víctimas expresaron su rechazo a que se le haya otorgado al gobierno mexicano el segundo lugar del Premio ONU al Servicio Público, precisamente, por su Programa de Estancias Infantiles para Madres Trabajadoras. En este sentido, explicaron que durante años el Estado mexicano delegó su responsabilidad a particulares, haciendo de las estancias infantiles entes corruptos en los que la inversión en seguridad fue mínima (o incluso, nula), cuestión que se comprobó el 5 de junio del 2009, cuando los niños y las niñas no contaron con las condiciones mínimas que preservaran su vida, su integridad y su seguridad.
Debido a esto, las madres y los padres de las víctimas de la Guardería ABC pidieron a la ONU cancelar el otorgamiento del premio al gobierno mexicano y, al contrario, enviar una comisión de los derechos del niño para que investiguen cuál es el estado real en el que se encuentran las estancias infantiles en México, mismas que siguen siendo un riesgo. Así, finalizaron señalando que «El Gobierno de México, ni ahora, ni nunca podrá recibir un reconocimiento internacional por el cuidado de su niñez, aunque se tengan Estancias Infantiles de primer nivel y estas sean las mejores del mundo, porque lo que le ocurrió con nuestros hijos no tiene perdón y jamás será olvidado. El gobierno de Felipe Calderón tiene una gran mancha, la mancha de sangre, sangre de nuestros hijos, sangre que nunca se borrará».