El pasado 7 de mayo, el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas e Involuntarias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) presentó su Informe de Misión a México en la ciudad de Chihuahua, Chihuahua. Ahí, ciudadanos y miembros de la sociedad civil tuvieron la oportunidad de escuchara Alicia de los Ríos (cuya madre fue víctima de desaparición forzada en 1978), quien destacó que el Informe se construyó como una narración de resistencias: «Resistencias de aquellos que impulsan las denuncias de desapariciones forzadas de familiares y seres queridos, junto a aquellos que aunque no tienen un vínculo directo consanguíneo, por vocación y profesión, han dedicado su quehacer al esclarecimiento del paradero de los desaparecidos, al acceso de justicia, a la verdad y a las medidas de reparación estipulados en los parámetros internacionales de derechos humanos».
Al hacer un recuento de la historia de México y Latinoamérica, Alicia de los Ríos afirmó que la desaparición forzada es un delito que se continúa escribiendo a lo largo del tiempo, pues es «un capítulo de vergüenza donde los derechos a la vida y a la integridad de mexicanas y mexicanos no han sido garantizados ni velados por el Estado Mexicano». Lejos de encontrar elementos para el acceso a la justicia de las víctimas de la llamada Guerra Sucia, la impunidad y la corrupción permitieron que, en este momento, nuestro país se encuentre sumergido en el caos de miles de familiares buscando a sus hijos, hijas, esposos, padres y madres.
En su reflexión, Alicia de los Ríos señaló: «Es significativo observar las entidades donde el Grupo recogió los testimonios de los familiares y organizaciones con desaparecidos: la Ciudad de México, Chihuahua, Guerrero y Coahuila. Entidades que de una u otra manera han sido marcadas por dos fenómenos: los movimientos político armados y una guerra actual por razones capitalistas, por la pelea de plazas narcotraficantes»; ambas, dice ella, problemáticas que el Estado mexicano decidió enfrentar con métodos ilegales, como la desaparición forzada y las ejecuciones extrajudiciales.
Por otra parte, destacó la lucha cotidiana de las y los familiares de las víctimas de desaparición forzada, quienes deben convertirse en ministerios públicos, abogados, gestores y militantes, mientras «La vida se quiebra, la ausencia se agudiza al paso de los días, la cotidianeidad se destruye, la esperanza se diluye», ante los dramas individuales que terminan tejiendo dolores colectivos. Asimismo, destacó la perseverancia, aún a pesar del desgaste, de quienes han llegado hasta instancias internacionales, como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en espera de una justicia que en México es negada de manera sistemática. Finalizó expresando: «Pido disculpas, ante más de 60 mil muertos y 10 mil desaparecidos en nuestro país, mis comentarios no pueden ser esperanzadores, pese a los leves avances que en materia de derechos humanos se han logrado. Pareciera que somos una isla humana a quienes, solitaria y únicamente, nos convoca la labor por los desaparecidos de manera forzada e involuntaria. Sin embargo, frente a este panorama, quiero decirles que nosotros y nosotras seguimos luchando por la vida, aunque esta ya no sea para nuestros familiares».
Para conocer la ponencia entera de Alicia de los Ríos, visita el siguiente link. Asimismo, puedes conocer en http://siguendesapareciendo.org los casos que acompaña en Centro Prodh sobre los delitos del pasado.