El siguiente texto fue escrito por Erika Cervantes Pérez, periodista y fotógrafa, feminista independiente e integrante de la Red Nacional de Periodistas, y retomado de Cimac Noticias. Abona al camino de la reflexión sobre el papel de las mujeres en la lucha por los derechos humanos. Aunque la historia se desarrolla en Guatemala, tiene semejanzas con las batallas cotidianas de Valentina, Inés, Alberta, Teresa, Jacinta, Alicia de los Ríos, las cientas cuyo nombre no conocemos y, por supuesto, las Mujeres denunciantes de tortura sexual de Atenco; todas ellas, hacedoras de la historia.
Construir la paz y abonar a ella no es tarea fácil. Para muchos pueblos el largo camino de la guerra no siempre concluye en la pacificación. En Guatemala el camino se sigue construyendo y son las mujeres quienes exigen justicia y paz concreta, no de discurso. Este es el camino que Rosalisa Tuyuc Velásquez emprendió y continúa caminando.
Como parte de la Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala (Conavigua), Rosalisa emprendió la tarea más difícil a la que se enfrentan las familias a quienes la violencia les ha arrebatado a sus seres queridos: la búsqueda de sus cuerpos y de la justicia ante la violación a sus derechos ciudadanos.
Rosalisa nace en San Juan Comalapa, departamento de Chimaltenango, en 1956. Es una mujer indígena de origen maya kaqchikel, razón por la cual ha enfrentado y vivido una doble discriminación por ser indígena y mujer, situación que no ha limitado su trabajo a favor del reconocimiento de los Derechos Humanos (DH) y con ello la construcción de la paz.
En su juventud, Rosalisa se comprometió con su comunidad y como activista social se dio a la tarea de alfabetizar en la parroquia del Sagrado Corazón de San Juan Comalapa. Estudió hasta cuarto de primaria de manera formal y terminó su instrucción básica por correspondencia.
El compromiso de Rosalisa con su comunidad la lleva a estudiar enfermería como parte de un proyecto médico a Cobán, departamento de Alta Verapaz, entre 1979 y 1980.
El Ejército de Guatemala creyó que se había unido a la guerrilla y por eso empezó a perseguirla. En 1979 y como parte del Comité de Unidad Campesina (CUC) Rosalisa se manifiesta de manera pública para pedir justicia por los asesinatos de Alberto Fuentes Mohr y Manuel Colom Argueta.
En 1988 suma su lucha a la de otras mujeres que buscan a sus familiares desaparecidos y fundan la Conavigua ante los abusos que sufrían las mujeres por parte de los militares.
Conavigua se originó sin nombre, como un grupo de mujeres que buscaba ayuda en iglesias, municipalidades o delegaciones internacionales que las pudieran auxiliar.
Actualmente es una de las más prestigiadas organizaciones que lucha por la justicia y el reconocimiento de los DH de las mujeres en Guatemala, y a favor de la cultura de la paz.
Rosalisa ha denunciado la desaparición y asesinato de su padre Javier Tuyuc, junto con otras siete personas, por parte del Ejército de Guatemala en 1982.
Su esposo, Rolando Gómez, fue secuestrado y asesinado por la Inteligencia Militar, también conocida como G2, en 1985. Por denunciar este crimen ha sido hostigada y perseguida por las fuerzas militares.
En 1995 fue electa diputada al Congreso por el partido Frente Democrático Nueva Guatemala, cargo que Rosalisa desempeñó de 1996 al 2000.
Como diputada, y congruente con su pensamiento, Rosalisa no dejó de vivir en su humilde casa en Chimaltenango, a 60 kilómetros de la ciudad capital, a donde viajaba diariamente en transporte público, sin escolta.
Rosalisa ha enfocado su trabajo a favor del reconocimiento de las mujeres indígenas. Formó parte del comité que impulsó la candidatura de Rigoberta Menchú al Premio Nobel de la Paz. En el gobierno del presidente Óscar Berger, Rosalisa fue nombrada directora del Programa Nacional de Resarcimiento.
Por su activismo y valor en la defensa de los DH, Rosalisa ha sido reconocida y galardonada por múltiples organismos e instituciones como Care International y la Legión de Honor, que otorga el presidente de Francia.
La Universidad de Saint Louis Misouri, Estados Unidos, le otorgó el Premio por la Justicia de los Derechos Humanos. En Illinois, la líder recibió un reconocimiento por su trabajo a favor de los DH. Además formó parte de la iniciativa civil para impulsar en 2005 la candidatura de mil mujeres por el Premio Nobel de la Paz.
El próximo 10 de mayo, Rosalisa recibirá en Tokio el Premio Niwano para la Paz, que en su 29 edición será entregado por primera vez a una líder indígena.
El Premio Niwano se entrega desde 1983 para honrar a personas y organizaciones que contribuyen a la comprensión y cooperación de la paz mundial.
Rosalisa ha declarado que a pesar “de que el premio es muy personal, reconoce el trabajo y la lucha de miles de mujeres que fuimos víctimas del conflicto armado, y es un reconocimiento a las 200 mil personas que dieron su vida porque un día llegara la paz. Es por todo el esfuerzo y la lucha por la paz y por las mujeres”.
Actualmente Rosalisa Tuyuc Velásquez impulsa desde Conavigua el reconocimiento por parte del Estado de un plan de seguridad para las mujeres, así como una ley para la protección de las trabajadoras de casas particulares, quienes sufren acoso sexual y discriminación.
Tuyuc nos hereda su activismo incansable por la defensa de los DH de las mujeres indígenas, la construcción de la paz y la justicia para las familias de las y los desaparecidos.