Voy buscando un amor
que quiera comprender
la alegría y el dolor,
la ira y el placer,
un bello amor sin un final
que olvidé para perdonar.
Este jueves, 8 de marzo, se celebrará un año más el Día Internacional de la Mujer, iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas que busca conmemorar la lucha que, a lo largo de la historia, las mujeres han enarbolado para participar, de manera equitativa con los hombres, en el desarrollo de la sociedad y de las personas.
En distintos medios de comunicación y en las distintas instituciones gubernamentales y organizaciones de la sociedad civil, el Día Internacional de la Mujer sirve para invitar a la reflexión sobre el papel de las mujeres en el desarrollo democrático o para realizar aseveraciones sobre la equidad de género en los distintos aspectos de la vida pública y privada. En muchas ocasiones, este día sirve para señalar que las mujeres continúan siendo víctimas de discriminación por género, de violencia y del machismo tanto de las personas como del Estado; es un día, entonces, en el que se recuerdan las cuentas pendientes.
Sin embargo, desde el Sididh queremos utilizar esta fecha para hablar de todas las mujeres que, a través de su lucha, han mostrado que existe esperanza en el mundo y posibilidades de transformación ante una determinada situación. Desde el Centro Prodh, las mujeres se han presentado como víctimas cotidianas de la injusticia; sobre todo aquellas que cuentan con una situación económica desfavorable y, además, son indígenas. Así, podemos recordar los casos de Jacinta Francisco Marcial, Alberta Alcántara y Teresa González (quien además, tuvo a su bebé dentro de la cárcel), indígenas otomíes de Querétaro que, en 2006 fueron encarceladas de manera injusta y arbitraria, acusadas del supuesto secuestro de seis agentes federales de investigación. De la misma forma, Basilia Ucán Nuh, indígena maya del estado de Quintana Roo, fue detenida por estar acusada falsamente del delito de lenocinio y liberada en 2011. Estas cuatro mujeres, ejemplo de la injusticia emblemática en México, son ahora fuerza para muchas y muchos que se encuentran encarcelados injustamente; cabe recordar que, recientemente, Jacinta y Basilia realizaron una visita solidaria a José Ramón Aniceto Gómez y Pascual Agustín Cruz, indígenas presos injustamente en Huauchinango, Puebla.
El Centro Prodh recuerda también el caso de Concepción Moreno Arteaga, mejor conocida como Doña Conchi, mujer originaria de El Ahorcado, Querétaro. En 2005, Doña Conchi fue acusada de tráfico de personas por el hecho de ofrecer ayuda humanitaria a las personas migrantes que llegaban hasta su casa en busca de alimento. Con su lucha y su fuerza, Doña Conchi nos enseñó a defender el derecho (y la obligación) que toda persona tiene a defender los derechos humanos, aún a pesar de la condición migratoria o de cualquier índole de las personas. En 2007 Doña Conchi fue liberada y, desde entonces, continúa defendiendo activamente los derechos humanos de las personas migrantes; asimismo, al relatar su testimonio, se ha convertido en una fuerza permanente de lucha para todas y todos los que defienden a esta población.
Por otra parte, no podemos dejar de mencionar a las Mujeres denunciantes de tortura sexual por el Caso Atenco. Estas once mujeres fueron víctimas de tortura sexual en el Operativo del año 2006 en el que, tanto el gobierno federal como el gobierno del Estado de México, buscaron romper con la movilización social a través del uso desproporcionado de la fuerza pública, que trajo como consecuencia graves violaciones a los derechos humanos. Desde sus propias individualidades, con sus ideologías y distintos pensamientos y sentimientos, estas once mujeres denunciantes se han mantenido constantes en su búsqueda de justicia. Luego de agotar las instancias jurídicas nacionales, su caso se encuentra ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), esperando nuevas luces que restituyan el daño ocasionado. Las Mujeres denunciantes de Atenco son signo de una libertad congruente con la lucha por la dignidad y la solidaridad humana.
Los casos de mujeres víctimas de distintas injusticias que el Centro Prodh ha conocido no se agotan en estos ejemplos; sin embargo, ellas son las que, en fechas recientes, nos enseñan que sí existen aquellas Rosas en el Mar que Aute vería tan imposibles. Contra el dolor, la rabia, la desesperanza, la falsedad y la injusticia, las vidas de Jacinta, Alberta, Teresa, Basilia, Doña Conchi y las Mujeres de Atenco nos hablan de libertad, de derechos humanos y, sobre todo, de amor.