Información Sididh, La edición de hoy, Notas DH, slider — enero 23, 2012 at 10:45 am

¿Rumbo a un nuevo oscurantismo?

SOPA

El cierre del portal Megaupload por parte del FBI generó en muchos la duda más natural: ¿qué es megaupload? Pues se trata de una de las principales páginas de almacenamiento de archivos para su intercambio y, sin duda, una de las más populares. Quizá hayan escuchado de sitios como Cuevana o series Yonkis (de quien se dice que el Estado español está por emprender una causa similar a la de Megaupload) en los que los usuarios pueden almacenar archivos para luego compartirlos libre o privadamente.  Pues bien, Megaupload era uno de los principales servicios de almacenamiento para una gran cantidad de materiales subidos en la red de manera libre.

La semana pasada, el departamento de justicia de Estados Unidos inició «uno de los casos criminales de derechos de autor más grandes que han sido entablados por Estados Unidos». El FBI cerró este sitio, parcialmente gratuito. En opinión de un abogado (David Bravo) citado por a BBC: “en realidad lo que se pretende es pasear una cabeza por la plaza del pueblo como aviso a navegantes. Bien sabe el poder que el garrote no llega tan lejos como el miedo al garrote».

Gen Beta, un portal especializado en informática, pone el dedo en la llaga al pensar en otro tipo de posibilidades: reconoce que “desde luego muchas personas basan una parte importante de su ocio en las descargas desde Megaupload; pero otras personas tal vez lo hubieran elegido como servidor para realizar una copia de seguridad”.

¿Es válido que los intereses de los grandes corporativos priven sobre el bienestar de las personas? Uno podría preguntarse eso si tuvo claro que, a través de este portal, fueron intercambiados y quizá respaldados grandes cantidades de información de personas de manera gratuita. Queda claro, entonces, que la orientación de este tipo de medidas es proteger a entidades por sobre personas. ¿Ese es el tipo de red que queremos? ¿Será que vamos retrocediendo más y más, en lugar de avanzar? ¿será que les contaremos a nuestros nietos de la época de oro, cuando podías compartir contenidos en detrimento de las descomunales ganancias de las industrias de medios? ¿Será que los ordenadores se vuelven demodés?

Por lo pronto, el fenómeno Anoynimus ya ha desatado ataques contra el Gobierno de Estados Unidos y los corporativos de medios como Universal. En la memoria reciente de muchos de los anon está el affaire wikilieaks, donde  Bradley Manning, el soldado que filtró la mayor parte de los archivos podría ser condenado a cadena perpetua.

El verdadero impacto, vuelve a señalar Gen beta, se dará en el respaldo de información, probablemente. “El almacenamiento local parecía empezar a estar pasado de moda, pero muchos, después de esta noticia, igual dan un paso hacia atrás”, refiriendose a quienes empezaban a usar sitios como Drop box (otro sitio para almacenar archivos en línea) o quienes reproduzcan contenido no pagado en la red.

No olvidemos que existe una importante tendencia a generar acuerdos multilaterales de control de contenidos, como la aparentemente fallida ACTA (en la que México estuvo muy involucrado), o la SOPA, proceso  legislativo estadounidense que generó en estos días un apagón en protesta por la discusión de dicho ordenamiento, que otorga a los grandes corporativos  el monopolio no sólo en televisión y radio, como ocurre actualmente.

En México está la llamada Ley Döring, presentada por el senador del mismo nombre, por medio de la cual la confidencialidad de la información en línea podría ser vulnerada en caso de considerarse que existan intereses mercantiles. Ello quiere decir que si consideran que el contenido que descargaste es ilegal, podrían cancelar tu  conexión a internet. A diferencia de otros sistemas similares como la Ley HADOPI en Francia, la ley Döring no cuenta con “tres Strikes”, sino que se multa a la persona titular de la conexión a la primera.

La pregunta parece ser, entonces: ¿es éste es el principio de un oscurantismo decimonónico, medieval, cavernario? No lo sabemos, pero ciertamente deberíamos pensárnoslo muy bien porque está pasando en nuestras narices.