Este lunes 19 de septiembre, se llevó a cabo una celebración por la vida y la esperanza a las afueras de las oficinas de Minera México, símbolo de destrucción e impunidad. Se mostró que la lucha por recuperar los cuerpos sigue, aún a pesar de la inoperancia de las autoridades.
Sididh/21 Septiembre 2011/FRM.– La torre empresarial ubicada entre las calles de Campos Elíseos y Moliere, majestuosa en el cielo de la gran Ciudad de México, evoca riqueza y exclusividad. Luce sorprendente, como lo es también el hecho de que el oro se cotice en estos días en mil 224 dólares por onza, un 25.9 por ciento más que en el año 2009. La torre está en función del valor del oro, pues ahí se encuentra Minera México, uno de los emporios más destacados del país, el mismo responsable de la mina Pasta de Conchos en Coahuila, donde quedaron atrapados sesenta y cinco mineros el 19 de febrero de 2006.
A sesenta y siete meses del desastre, aún quedan los cuerpos de sesenta y tres mineros atrapados en las fauces de la mina. Este es el motivo que convoca cada 19 de mes a celebrar la esperanza y, en tanto, a perseverar en la lucha contra la impunidad de quienes favorecieron las condiciones del accidente. El Centro de Reflexión y Acción Laboral (CEREAL) realiza ahí una rememoración de las víctimas de la depredación y el lucro desmedido; se lleva a cabo una celebración con un grupo solidario que se niega a olvidar. Hace ya más de cinco años y siete meses de lo sucedido; sin embargo, el gesto simbólico y religioso reta a la ignominia. Se trata de un desafío al estilo de David contra Goliat, donde un pequeño grupo que se asienta en la banqueta, bajo la mirada que escrutina, la sonrisa de algunos transeúntes y la molestia de la empresa que comanda Germán Larrea, para alzar la voz por las víctimas que se van sumando. Los asistentes son algunos trabajadores, personas mayores, compañeros y compañeras de otras organizaciones y creyentes que caminan con el Dios que suda en las calles, el Dios de rostro curtido; todos entusiastas sienten como si los mineros fueran sus amigos o hermanos, por eso forman parte de la familia Pasta de Conchos. Es un encuentro de fraternidad que contrasta con la majestuosidad, donde la fe les dice que nunca estarán solos.
Éste es simplemente un gesto de amor a los caídos y también un recordatorio para que la sociedad no se olvide de ellos. La actualización del misterio que realizó Jesús quiere precisamente mantener el recuerdo de los mineros junto con los niños que fallecieron en la guardería ABC, los miles de jóvenes que han muerto en la lucha contra el narcotráfico, las víctimas del sismo del 85 y los migrantes centroamericanos a los que se les ha arrebatado los sueños e incluso la vida. José Rosario Marroquín, director del Centro Prodh, al presidir la celebración alzó la voz para indignarnos ante la muerte de los inocentes, recordando que sólo en lo que va del año han muerto 26 mineros en “los pocitos”, es decir en las minas de Carbón, decía que el proceso que vivieron los judíos en su destierro fue posible por decisiones políticas, como las que nosotros también tenemos que impulsar para que los derechos de los campesinos, mineros, indígenas, ninis y grupos vulnerables queden en el presupuesto. El informe del CEREAL, leído en la celebración explicaba que la mayoría de los 27 mineros fallecidos no contaban con registro del IMSS y que de las 85 órdenes de inspección sobre seguridad e higiene en el trabajo, sólo se han realizado 48. La muerte no es obra de la casualidad o del destino trágico, sino de la ambición que lleva a los dueños a no contar con las medidas de seguridad y a no brindar todos los derechos laborales que están obligados. La acción del CEREAL y de la familia Pasta de Conchos también denuncia que el Estado sigue siendo cómplice de lo sucedido, pues a 100 días de la comparecencia de los secretarios del Trabajo y de Economía, no cumplieron con las medidas que anunciaron ante el poder Legislativo.
La presencia del CEREAL y de actos simbólicos como éste se hacen cada vez imprescindibles, pues la industria extractiva ha vuelto para sacar del fondo de la tierra las riquezas a cambio de la sangre de los mineros. ¿Qué esperanza se puede encontrar entre los muertos? Si han ido por más de cinco años a celebrar frente a Minera México no es sólo porque quieran desenterrar cuerpos inertes, sino porque con estos gestos quieren encontrar la certeza de que la vida será respetada, que el trabajo irá de la mano con el respeto a los derechos laborales y que la impunidad, aunque parezca majestuosa, no podrá contra la justicia.