Las comunidades indígenas de Cherán, Ostula y 65 comunidades de la Costa y la Montaña, en Guerrero, se encuentran en procesos de organización que reivindican el derecho a la autodefensa de los pueblos, según los órganos tradicionales de vigilancia que el derecho internacional les confiere.
La violencia, el despojo, la ineficiencia de los órganos de seguridad institucionales, la complicidad de las autoridades con el crimen organizado, la falta de confianza en los partidos políticos, la corrupción y el hartazgo, hicieron que los pueblos indígenas de Ostula y Cherán en Michoacán y las comunidades de la Costa y la Montaña, en Guerrero, tomaran en sus manos la seguridad de sus propias comunidades.
Ostula reivindica su derecho a salvaguardar las tierras recuperadas ante la amenaza de la construcción de la super carretera Coahuayana-Lázaro Cárdenas y del Plan Regional para el Desarrollo Turístico Integral de la Costa de Michoacán, donde están contemplados un puerto, hoteles y demás construcciones inmobiliarias. En Cherán, se realizan rondines tradicionales para protegerse de los talamontes, pues la riqueza de sus bosques está en juego. En la Montaña de Guerrero, más de 65 comunidades tienen cuerpos de vigilancia y un sistema de impartición de justicia, ya que la amenaza viene de los proyectos mineros de origen inglés y canadiense.
El 29 de junio del 2009 los nahuas de Ostula recuperaron más de mil hectáreas de tierras, montes y playas, que durante e 40 años estuvieron en manos de pequeños propietarios de La Placita. Los pobladores señalan que pudieron recuperar sus tierras porque todos se organizaron para ello y tienen la firme convicción de que nadie los sacará del territorio que es suyo. La policía comunitaria de Ostula está conformada por cerca de 500 integrantes, que no reciben sueldo ni ninguna retribución. Recientemente, este pueblo indígena ha expresado que la guerra que actualmente vive su comunidad es un pequeño capítulo de la guerra que desgarra la Nación entera y que les ha traído 26 comuneros muertos, cuatro desaparecidos, decenas de viudas y huérfanos y cientos de desplazados; sin embargo, con su propia policía organizada, señalan que la situación está más tranquila.
Por su parte, 65 comunidades de la Costa Chica y la Montaña de Guerrero han logrado disminuir la delincuencia hasta en un 90 por ciento, a partir de lograr hacerse cargo de su propia seguridad. Comuneros de la región explican que hay aproximadamente 700 policías que no sólo buscan detener a los delincuentes, impartir justicia y reeducarlos, sino ir al fondo de los problemas y atacar el origen de los mismos, como el alcoholismo, el desempleo, la descomposición familiar y la falta de educación.
La comunidad purépecha de Cherán decidió reivindicar sus derechos y poner fin a la impunidad. Después de cinco meses de permanecer prácticamente encerrados, los hombres, las mujeres y los niños permanecen en sus puestos de vigilancia. A pesar del desgaste, no dejan de organizarse, pues consideran que ahora los retos son más grandes que cuando empezaron. Este movimiento comenzó después de haber acudido a instancias institucionales para buscar defenderse de la tala clandestina y no encontrar respuesta alguna. A partir de que la seguridad está en sus manos, los delitos se han reducido en un 90 por ciento y consiguieron reducir el alcoholismo en un 50 por ciento. Los pobladores afirman que no sólo deben cuidarse de las bandas delictivas, sino de los partidos políticos que quieren dividirlos, por lo que actualmente, al interior de Cherán, está prohibida la propaganda electoral.
De esta forma, la comunidad nahua de Ostula, la comunidad purépecha de Cherán y las comunidades de la Costa y la Montaña de Guerrero trabajan en la seguridad interna y en resguardar su territorio. Manifiestan que el proceso que han iniciado no tiene regreso: “Nosotros ya no le volvemos a entregar nuestra seguridad al gobierno”.