La Asociación de Cristianos contra la Tortura (ACAT) visitó México del 2 al 18 de julio de este año, para recabar información que lleve a realizar un diagnóstico sobre las prácticas de tortura y malos tratos, crueles e inhumanos en el país. Su presencia se da en el marco del proyecto “Fortalecer los mecanismos de investigación, información, alerta y monitoreo sobre tortura y otros malos tratos”, que busca contribuir a mejorar las estrategias de prevención, documentación y denuncia de la tortura que llevan a cabo organizaciones de la sociedad civil mexicana.
ACAT mantuvo reuniones de trabajo con la Procuraduría General de la República, la Secretaría de Gobernación, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal y representantes de los gobiernos de Oaxaca y Chiapas. Además, se reunió con organizaciones, familiares y sobrevivientes de tortura de Chihuahua, Coahuila, Estado de México, Guerrero, Jalisco, Sinaloa y Tlaxcala. Al reunirse con integrantes del Centro Prodh, abordaron temas como la práctica del arraigo y la tortura, la restricción del fuero militar, el aumento de abusos de militares contra civiles y el estado del cumplimiento de la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos por el caso de Campesinos Ecologistas. Por otro lado, ACAT Francia tuvo la oportunidad de reunirse con organizaciones como Nacidos en la Tempestad y la Fundación Diego Lucero, mismas que defienden el derecho a la justicia transicional y con Alicia de los Ríos, hija de Alicia de los Ríos Merino, detenida-desaparecida en 1978. Asimismo, realizaron una reunión con mujeres representantes de las denunciantes de tortura sexual en los eventos de San Salvador Atenco, en 2006.
En las distintas reuniones, ACAT Francia recogió la preocupación de las organizaciones sobre la utilización de la tortura y los malos tratos, degradantes e inhumanos, como métodos de investigación, así como la falta de sanción para los responsables de estas violaciones a derechos humanos. Conoció que en México la práctica de la tortura se utiliza para reprimir movimientos sociales e inhibir la participación política y la defensa de los derechos humanos.