En suma, al analizar pormenorizadamente el segundo año de la actual CNDH constatamos que siguen las inercias documentadas la anualidad previa, que muestran cómo se ha dilapidado la posibilidad de renovar a este órgano, que, en cambio, muestra una notoria complacencia frente a lo que ocurre en la esfera de la administración pública federal.
Tristemente, estamos ante una CNDH a la deriva, que no está cambiando en la dirección que se requería. Es deseable que los temas aquí destacados -excesiva atención a casos previos a 2018 en la emisión de recomendaciones, inequidad en la tardanza para la integración de expedientes, complacencia con las Fuerzas Armadas y la Guardia Nacional, exigua interposición de acciones de inconstitucionalidad frente a leyes federales, cambios unilaterales a su reglamento, persecución penal y administrativa a excolaboradores, y ausencia de en los temas más relevantes de de derechos humanos que tocan el debate público- sean estrechamente monitoreados por el Consejo entrante, en el que sin duda se integran personas que conocen la agenda de derechos humanos.