El cártel Jalisco nueva generación, el cártel del Golfo y el cártel de Sinaloa, los tres grupos que, de acuerdo con la Unidad de Inteligencia Financiera, tienen presencia en Chiapas, encontraron importantes aliados en cárteleslocales y grupos de poder de la región amparados por partidos políticos y estructuras oficiales de gobierno. Asimismo, los empresarios del crimen organizado hallaron un terreno fértil para intereses en un estado en que el Ejército Mexicano financió, entrenó y dio armas a grupos paramilitares para combatir y cercar la rebelión zapatista y a comunidades solidarias y en resistencia. A estos grupos paramilitares se suman otros como la Orcao, grupo que con toda impunidad secuestra, incendia casas y dispara contra comunidades bases de apoyo zapatistas. La violencia narcoparamilitar hoy parece ser la continuación de la misma guerra del pasado, pero reforzada con nuevos actores.
Esta enredada amalgama entre empresarios legales e ilegales y aparato de Estado, que ha estado presente en todo el país y que hoy tiene a Chiapas al borde de la guerra civil, se combina con otros elementos como la crisis de las estructuras reales y formales de gobierno, los actos represivos que ha cometido el gobierno de Rutilio Escandón, así como la adelantada disputa por la gubernatura del estado hacia 2024.
Militarización, paramilitarización, crimen organizado, represión, impunidad y complicidad son algunos de los problemas que tienen a Chiapas al borde de la guerra. Mientras, los pueblos y sus organizaciones hoy intensifican sus procesos para sobrevivir como personas, como pueblos y como organizaciones, llegando al punto incluso de organizar grupos de autodefensa: su vida está en riesgo y no dudarán en defenderla ante el abandono cómplice de los gobiernos.
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