La noche del pasado sábado 2 de octubre falleció en Querétaro la señora Concepción Moreno Arteaga.
Por brindar asistencia humanitaria a migrantes, fue consignada ante un Juez Federal por el delito de violación a la Ley General de Población y, posteriormente, sentenciada a 6 años de prisión. El Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez asumió su defensa e inició una intensa campaña para exigir su libertad. Muchos y muchas se sumaron. El caso de Doña Conchi mostró los riesgos que enfrentan quienes auxilian a las personas migrantes, cuando apenas se formaban las primeras redes de solidaridad en este ámbito y cuando esa labor se reivindicaba más desde la asistencia humanitaria que desde la defensa de derechos. Su situación evidenció, también, a un Estado que con indolencia criminalizaba personas en condición de vulnerabilidad por su situación económica, al tiempo que brindaba protección a las grandes redes criminales de trata de personas.
Hoy que la situación migratoria se ha deteriorado, conviene recordar el testimonio de vida de hombres y mujeres como Concepción Moreno Arteaga. Porque por cada funcionario que violenta los derechos de las personas migrantes, por cada atrocidad cometida contras las personas migrantes, por cada mexicano que repite acríticamente discursos xenófobos, por cada voz que se empeña en negar la evidente crisis migratoria por razones políticas, existen cientos de mexicanos y mexicanas que en la senda de Doña Conchi -y de otros grandes defensores de personas migrantes, como Pedro Pantoja- siguen respondiendo con solidaridad a las personas migrantes y siguen sin negarse a su interpelación.
*Lea el artículo completo en Animal Político