En la más aceptada definición del quehacer policial, se habla en general de dos grandes funciones: prevenir e investigar los delitos. La información disponible respecto a la Guardia Nacional (GN) no permite confirmar que esa institución tiene o está en ruta de instalar las competencias necesarias para cumplir estas tareas. Lejos de ello, podríamos estar ante la construcción de un vacío con consecuencias mayores, de manera que los militares van haciendo a un lado a la policía y se van abriendo espacios donde la respuesta policial del Estado, en estricto sentido, va despareciendo.
Una cosa es segura: no se discutirá lo que verdaderamente es y hace la GN porque no hay contrapeso político ni social que lo haga posible. Y una vez reformada la Constitución para que ella sea integrada a la SEDENA, la pinza del aprecio social mayoritario al presidente y a las Fuerzas Armadas acaso ahorcará definitivamente cualquier posible deliberación democrática en torno a la GN, sea cual sea la evidencia sobre la crisis de las violencias y la delincuencia.
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