En un hecho sin precedentes -creo que no cubierto por medio de comunicación alguno en México-, un grupo de más de 40 personas representantes de los mecanismos especiales de Derechos Humanos de la ONU expresó su alarma por lo que describen como la “desenfrenada brutalidad policial en contra de la protesta pacífica en todo el mundo”.
Además de recodar algunos de los estándares internacionales normativos en Derechos Humanos para el uso de la fuerza policial (legalidad, necesidad, proporcionalidad y precaución), el comunicado propone implementar una de las más importantes y prometedoras innovaciones en la reforma policial democrática: la supervisión policial externa.
Yo lo sostengo en estos términos: ninguna mejora en las instituciones policiales o militares en tareas policiales alcanzará el auténtico control del uso de la fuerza -entre muchas otras mejoras-, sin incluir la creación de la supervisión externa especializada. No han alcanzado y no alcanzarán las reformas legales, las reorganizaciones administrativas, los programas de capacitación, los protocolos y los ajustes a los mecanismos internos de supervisión que sean, mientras no se agregue esta nueva generación de contrapesos externos, con enfoque sistémico.
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