Óscar Enríquez está por cumplir 80 años; hace 55 años es sacerdote, desde hace 22 años que cada día oficia misa en la parroquia Jesús Obrero; solo fue interrumpido un año por la pandemia. Hace 20 que fundó el Centro de Derechos Humanos Paso del Norte desde donde atiende casos de tortura y desaparición forzada, es decir, a las víctimas de los agentes que se supone deberían brindar seguridad, a las víctimas del Estado.
El Centro de Derechos Humanos que nació como un organismo de apoyo para las víctimas de cualquier violación a derechos humanos cambió en 2008 en el contexto del Operativo Conjunto Chihuahua y de lo que se llamó la estrategia de Guerra contra el Narcotráfico que emprendió el entonces presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, en el país y específicamente en el estado fronterizo de Chihuahua.
En este contexto se incrementaron las denuncias por violaciones a los derechos humanos por parte de los cuerpos de seguridad que patrullaban la ciudad y el estado. “Mira a tu alrededor. Toda la fe cristiana gira en torno a un torturado”, dice el sacerdote para explicar la visión cristiana frente a la práctica de tortura y la decisión personal de buscar erradicar esta violencia en la frontera. El torturado que en su iglesia aparece vivo e intacto.
* Con información e imagen de Pie de Página