Tras dos meses de no tener noticias de él, su madre viajó a Aguascalientes y, en compañía del padre de Miguel, presentó la denuncia por desaparición el 29 de mayo del 2020 ante la Fiscalía Especializada en Búsqueda de Personas del estado, dirigida por Jesús Isabel Hernández Vargas. El Ministerio Público le prometió que iniciarían con la búsqueda. Una semana después, el 6 de junio, la contactaron para tomarle una muestra bucal de ADN para “tenerla en la base de datos de Semefo por si llegaba a aparecer un cuerpo con las características de mi hijo”.
El cuerpo se mantuvo en el Servicio Médico Forense durante todo ese tiempo. Estuvo ahí cuando ella angustiada puso la denuncia por desaparición. Estuvo ahí cuando entregó las fotografías del rostro de su hijo. Siguió ahí cuando a su madre le esculcaron la boca para sacarle muestras de ADN. Mientras el Ministerio Público le decía a una madre desesperada que su hijo quizá ya no estaba en Aguascalientes, el joven estaba en la cámara fría del forense. Allí lo tenían cuando la llevaron a buscarlo por lugares en donde nunca lo encontrarían. La Fiscalía tenía el cuerpo y en cada una de las llamadas angustiantes de Rosy, se lo negaron.
* Tomado de Proceso