Pienso que la transformación de la justicia en el país es de los procesos más complejos por los que hemos transitado, todavía sin éxito. Y la transición de la PGR a FGR, el desafío de cambio institucional más grande de nuestros tiempos. El fiscal Gertz no puede con este proceso porque en principio no cree en él. Su visión de la justicia está chapada a la antigua, a lo que teníamos, a lo que le da certezas. Él quiere el control del aparato, no especulo sobre sus intenciones. Al parecer, ningún componente de la ley orgánica vigente le acomoda.
El fiscal Gertz está a punto de salirse con la suya y el país de perder la oportunidad de la transformación de la justicia. Si en los próximos días o semanas su proyecto se aprueba, la nueva construcción en materia de justicia se debilitaría. Un actor importantísimo estaría en disonancia. Una institución inquisitorial inserta en un nuevo modelo de justicia. No checa. Iríamos para atrás.
¿Qué tanto atrás? Espero que no tanto como para ver las peores expresiones del abuso de poder en la persecución criminal. Las nuevas versiones de los “judiciales” amedrentándonos. Poco a poquito los resortes que nos salvaguardaban del abuso se están debilitando. Y nosotros sólo miramos.
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