Como se ha venido denunciando desde el comienzo de la pandemia, el COVID afecta especialmente a las personas privadas de la libertad. Esto ocurre respecto de quienes permanecen en prisión mientras el mundo sigue lidiando con el virus, pero también respecto de quienes, aun en libertad, siguen experimentando las consecuencias de una prolongada privación de la libertad en cárceles que, como las mexicanas, no cumplen con parámetros mínimos de dignidad.
Este ha sido el caso de don Rodrigo Plata Guzmán, recientemente fallecido.
Después de haber estado 15 años en prisión preventiva oficiosa, procesado con pruebas fabricadas mediante actos de tortura perpetrada por autoridades del Estado de México, el pasado 19 de marzo de 2020 Rodrigo Plata recuperó su libertad. Su exoneración implicó el reconocimiento de su inocencia, por la que tanto luchó. Pero la larga espera por justicia del señor Plata en el penal de Neza-Bordo en el Estado de México deterioró gravemente su salud, debido a que nunca recibió una adecuada atención médica para tratar la bronquitis y la diabetes adquiridas dadas las bien documentadas condiciones de hacinamiento, falta de alimentación adecuada y de acceso a servicios de salud básicos que aquejan a las cárceles en México.
A inicios de diciembre se confirmó que se había contagiado de COVID-19 y, lamentablemente, el 10 de enero de 2021 perdió la vida derivado de las complicaciones que presentó por sus antecedentes de salud.