Pero este noviembre, los pequeños productores de Aldama no pueden cosechar su café. Como tampoco pudieron recogerlo en su totalidad el año pasado ni en 2018. Hacerlo, pone en riesgo su vida. Cuando caminan a sus huertos, los paramilitares de Santa Martha les disparan a matar,
A partir de marzo de 2018 la ofensiva paramilitar provocó el desplazamiento forzado de más de 2 mil personas de 13 comunidades. A los de Aldama les han arrebatado casas, enseres personales, tierras, milpas, huertos, animales y el derecho a vivir en paz. Todos los días y las noches, cientos de mujeres y niños viven en el monte, bajo la amenaza de que algo malo les suceda. El hambre es su compañera habitual (https://bit.ly/3lR1RG9).
Suponer que una operación paramilitar de esta envergadura es originada exclusivamente por un conflicto por 60 hectáreas, es, por decir lo menos, ingenuo. Por supuesto, el problema agrario existe y tiene que resolverse. Pero no se limita a ello. El avivamiento de las disputas intercomunitarias forma parte del manual de la guerra de contrainsurgencia. Aldama no es la excepción.
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