BAJO LA LUPA | Trayectorias civiles ejemplares, por Centro Prodh

 

Jaime Montejo Bohórquez quizá nunca brilló en las redes sociales, pero era más que conocido en el México de abajo, donde por años se dedicó a luchar contra la trata de personas y a reivindicar los derechos de las trabajadoras sexuales junto con su compañera y cómplice Elvira Madrid, en la Brigada Callejera “Elisa Martínez”. El trabajo de Jaime era de calle y de poner el cuerpo; no lo interrumpió durante la pandemia y probablemente fue así que contrajo el COVID que se lo llevó demasiado pronto. Fue, por eso también, desgarrador escuchar en el evento las denuncias de Elvira sobre la negligencia con que se le (no) atendió. Simpatizante de las luchas históricas del EZLN, la vida digna y libre de Jaime seguramente será semilla en el duro asfalto de la Ciudad de México y de Tapachula, ciudades donde concentró la labor solidaria que realizó hasta el último de sus días.

Ana Paula Hernández Pontón también tuvo una trayectoria admirable. En el ámbito de los derechos humanos trabajó en organizaciones como el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh) y el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan. Después, colaboró por años en el Global Fund for Human Rights, buscando siempre ampliar las redes de apoyo para los defensores y las defensoras de derechos humanos que se juegan la vida en el terreno en México y Centroamérica, estando siempre cerca de ellos y ellas. Fue en esa cercanía, precisamente, que un accidente automovilístico en Guatemala interrumpió su luminosa vida muy pronto, dejando una huella imborrable en quienes la conocieron.

En tiempos donde con dolo o ignorancia se descalifica con generalizaciones a la sociedad civil, la trayectoria de las organizaciones reconocidas por el CONAPRED y de personas como Jaime o Ana Paula muestra cuán injusta y errónea es esta retórica. Nada más lejos de estas trayectorias ejemplares que buscar el beneficio personal; nada más ajeno a ellos que eludir la rendición de cuentas; nada más contrario a sus convicciones personales que hacer política partidista encubierta o buscar situarse en una condición de privilegio. Las organizaciones y personas atinadamente reconocidas por CONAPRED y su Asamblea enfocaron y -en algunos casos, literalmente entregaron- su vida para reivindicar los derechos humanos y denunciar la desigualdad; para abrir caminos de esperanza ahí donde parecía más difícil encontrarla, mostrando que ningún cambio duradero puede generarse sin que la sociedad organizada participe y exija libremente.

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