Combatir este proyecto de ley no implica en modo alguno complicidad con las corruptelas o la opacidad que en el pasado fueron posibles gracias a algunos de esos fideicomisos. Varios de ellos sirvieron, en efecto, para malversar con el dinero público. Sin embargo, hay evidencia de sobra para defender otros fideicomisos cuya naturaleza y misión han sido bondadosas.
Mañana martes es la siguiente cita parlamentaria para debatir sobre el tema. Cabe esperar que, ahora sí, se apruebe en lo general el nombre de la ley. Pero será un cascarón vacío hasta que no se desahogue la discusión sobre cada una de las 400 reservas. Roguemos porque la inteligencia triunfe esta vez sobre su adversaria. Es todavía posible que la ley sirva para cerrarle la puerta a la corrupción y, a la vez, para que cada fideicomiso sea regulado a partir de sus propios méritos.
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