Es cierto que la violencia de género existía antes que llegara a la presidencia López Obrador y que el confinamiento ha agravado los casos de violencia doméstica. Pero negar su existencia, resulta indignante. Además, las políticas de seguridad impulsadas por este gobierno han empeorado la situación. La semana pasada se presentó el estudio: Las dos guerras, escrito por Laura Atuesta y Estefanía Vela. “Hablamos de las dos “guerras” ”, escriben las autoras, “porque las mujeres en México, encima de lidiar con la “guerra” del machismo y la misoginia que condiciona su día a día, en la casa, en la escuela, en el trabajo, en la calle, en sus relaciones íntimas y con extraños, ahora tienen que hacerlo en un contexto de violencia generalizado provocado por la llamada “Guerra contra las drogas” y las estrategias que, en su nombre, el Estado ha implementado.”
La evidencia de este estudio se suma a la ya numerosa literatura que demuestra que el militarismo no abona a la pacificación sino que agrava las condiciones de violencia, para hombres y mujeres. Pese a ello, el gobierno actual continua empeñado en profundizar esta estrategia. “Sabemos que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha declarado que la “Guerra contra las drogas” ya acabó. A pesar de ello, el poder de la milicia sigue en aumento, sin que queden claros los mecanismos de rendición de cuentas que rigen a las Fuerzas Armadas, ni el plan del gobierno para revertir el rumbo de la actual política de seguridad, que sigue estando basada en la militarización.”
Para este gobierno la guerra terminó por decreto, para hombres y mujeres, sigue.
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