La existencia del Día Internacional de los Pueblos Indígenas y los festejos que la clase política realiza en esa fecha siempre me ha parecido una burla hacia ellos. Se me figura como un cumpleaños donde el cumpleañero no está presente porque no se le invitó a la fiesta y si se hizo fue para que sirviera a los otros comensales. Eso ya de por sí es ofensivo, pero organizar una fiesta para los indígenas, cuando en la vida real se les ofende, agrede, excluye, discrimina y hasta se niega su existencia, francamente no encuentro forma de nombrarlo.
En materia de desarrollo ni se diga. A diario somos testigos de la manera en que los intereses capitalistas arrasan con los pueblos, sus territorios y sus recursos naturales con la complacencia gubernamental que no duda en ponerse a litigar contra los pueblos a quienes por ley debería defender.
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