Se equivoca en redondo quien afirma que, en la investigación del caso Ayotzinapa, la distancia de 800 metros entre el vertedero de Cocula y la Barranca de la Carnicería es irrelevante. También quien diga que el hallazgo de los restos de Cristian Rodríguez Telumbre no modifica, en esencia, la verdad histórica presentada por el exprocurador Jesús Murillo Karam, el viernes 7 de noviembre de 2014.
En aquella fatídica conferencia de prensa, Murillo compartió con el país entero —incluidos los familiares de las víctimas— una larga serie de mentiras respaldadas por testimonios de los presuntos inculpados, que luego se supo, habían sido obtenidos mediante tortura.
Cuarta mentira: “el Chereje” declaró que los restos calcinados fueron arrojados al Río San Juan. Esta hipótesis no se ha probado aún. Es cierto que algunos restos del normalista Alexander Mora fueron hallados en el lecho de ese río, pero las circunstancias del presunto hallazgo hacen temer que hayan sido sembrados, quizá por la misma autoridad fabricadora.
800 metros de distancia entre una verdad y otra, cuando se trata de una investigación criminal, son demasiado importantes como para desestimarlos.
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