¿Qué ha pasado en las cárceles mexicanas durante la pandemia? Con base en el último Cuaderno Mensual de Información Estadística Penitenciaria Nacional, podemos afirmar que, solo de abril a mayo, las personas privadas de la libertad que murieron en las cárceles aumentaron de 49 a 154. Se triplicaron, en otras palabras. Mayo de 2020 es, de hecho, el mes con la tasa más alta de decesos en prisión de los últimos tres años.
Si bien los datos no permiten saber más sobre las personas que han fallecido en las cárceles mexicanas durante la pandemia, sin embargo, arrojan, de cualquier manera, claves sobre cómo las prisiones siguen operando en este contexto. Una tendencia, en particular, preocupa: mientras que las liberaciones —a través de las preliberaciones o las sustituciones de la pena— de personas privadas se han reducido en estos últimos meses, las personas encarceladas sin siquiera haber sido condenadas siguen en aumento. El abuso de la prisión preventiva, en otras palabras, persiste. La arbitrariedad le sigue ganando a la clemencia. Y nada, ni siquiera la amenaza del Coronavirus, parece ser capaz de revertir esta injusticia.
Por si eso no fuera alarmante, al menos durante los meses de abril y mayo, este cambio se debe principalmente al aumento de las personas que están en prisión preventiva. Esto es: a las personas que están en la cárcel sin siquiera haber sido condenadas. Fue tal su crecimiento, que, a pesar de que las personas ya sentenciadas se redujeron en estos dos meses, el total de la población encarcelada como quiera incrementó. De hecho, la tasa de encarcelamiento en prisión preventiva en mayo de 2020 es la más alta de los últimos dos años y medio.1
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