Sin embargo, en Sinaloa, fue imposible Quedarse en casa
cuando el teléfono de Las Rastreadoras de El Fuerte, seguía sonando con llamadas de auxilio, reportando desapariciones y hallazgos de cuerpos en fosas clandestinas.
Los familiares de desaparecidos continúan siendo nuestra conciencia, nos recuerdan que la crisis sanitaria ha profundizado la crisis humanitaria en la que vivimos en México. Aún hay 38 mil cuerpos de personas que esperan ser identificadas, regresar con sus familias y tener una sepultura digna.
Gracias a las presiones del Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México, desde el 20 de marzo pasado se firmó el acuerdo para la creación del Mecanismo Extraordinario de Identificación Forense, pero su funcionamiento aún sigue pendiente. Paralelamente, miles de familiares de víctimas de masacres de migrantes como San Fernando y Cadereyta, y de desaparición forzada a todo lo largo y ancho de la nación, esperan que se cumplan los compromisos de verdad, justicia y reparación. Los recortes presupuestales a la CEAV serían una forma más de violencia burocrática contra los familiares de las víctimas.
No podemos quedarnos indiferentes en la seguridad de nuestras casas, tenemos la responsabilidad ética de hacer eco a las voces y luchas de las familias.
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