En este sentido, el coronavirus se configura como un nuevo peligro para la salud de los más vulnerables. No obstante, los pueblos indígenas originarios han sabido hacer frente a las amenazas sanitarias, a partir de la organización y el cuidado colectivo, mediante el despliegue de sabidurías que permitieron las rebeliones, la recuperación de la medicina tradicional, el cuidado de la Me’tik balumilal (Madre tierra). Las estrategias desplegadas en el pasado, actualmente se ejercen para cuidar la vida y afianzar un porvenir, un futuro, con la menor pérdida humana posible. Una forma de “biopolítica” desde las comunidades.
Retomo las palabras de mi abuelo: es nuestro deber “protegernos la vida”. Por ello, el cuidar(nos) es un acto político, solidario y humano que debe de ser una práctica cotidiana, no sólo en tiempos de contingencia. Así lo escribió Albert Camus en su celebre novela La Peste: “ya no [hay] destinos individuales sino una historia colectiva que [es] la peste y sentimientos compartidos por todo el mundo”, como el tener resiliencia y sentido de pertenencia con aquellas familias que no pueden interrumpir sus actividades cotidianas y se encuentran en situación de riesgo. Esto se expresa en algunos pueblos indígenas, en los sectores populares, en las comunidades en resistencia y rebeldía donde las políticas del cuidado se hacen visibles y posibles.
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