En otros países, los gobiernos han puesto en marcha programas para sacar del encierro a reos con penas pequeñas o a punto de ser cumplidas, a aquellos sin sentencia acusados de delitos menores, a los que regresaron por no haber cumplido los términos de su libertad condicional y otros.
Las cárceles, más aún las nuestras, sobrepobladas y con terribles condiciones sanitarias —son los familiares quienes proveen a los internos de materiales para su aseo e higiene personal, por ejemplo— son el lugar perfecto para que el virus se esparza.
El gobierno federal y algunos gobiernos estatales han emitido protocolos. Ya veremos si alcanza. Y si a alguien le importa.
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