Cómo han cambiado los tiempos. De haber logrado un nivel de visibilidad histórica el 8 de marzo, en pocas semanas las mujeres han sido relegadas a la invisibilidad del hogar, en medio de la crisis sanitaria y probablemente económica más fuerte de la historia contemporánea del país. Mujeres que fueron protagonistas del cambio ahora son celebradas como el sustento de un sistema patriarcal que, si bien permite al gobierno enfrentar una crisis que no podría enfrentar de otra manera, se apoya en la reafirmación de su trabajo no remunerado en el hogar y su papel en la esfera privada.
Una enorme transferencia del trabajo de cuidado de la economía pagada y el estado, ha sido impulsada por el coronavirus a la casa donde existe el supuesto de que las mujeres compensarán con su tiempo y esfuerzo. De por sí en México, según el Instituto Nacional de Mujeres, ellas trabajan casi tres veces más que los hombres en este tipo de labores, y ahora el cuidado de niños sin escuela, de ancianos que no pueden salir, de personas enfermas o discapacitadas y de familias en el confinamiento incrementa muchísimo este trabajo.
Fuera del hogar, la crisis también ha revelado el papel fundamental y discriminado de las mujeres. Existen 2.4 millones de trabajadoras domésticas en el país que no tienen garantías para poder quedarse en casa ni para cobrar salarios caídos. Lo mismo con las trabajadoras sexuales. Entre las enfermeras en el servicio de salud, casi 80% son mujeres y se exponen a mayores riesgos con menores condiciones laborales.
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