El patrón de contagio en México imita esta lógica de la pandemia. En primera instancia fueron contagiados en Italia, en Vail, o en Nueva York quienes luego trajeron al país el virus. Tienen como ventaja los privilegiados, si así puede llamárseles, aquellas víctimas que acudieron al sistema de salud más caro.
La prueba del Covid-19, aunque costosa, ha estado disponible para ellas en las clínicas y hospitales a las que normalmente acude la élite. Los mejores tratamientos y cuidados se pueden obtener en México cuando no se depende de la seguridad social.
La cúspide de la pirámide social mexicana cuenta con ingresos promedio, por familia, encima de los 60 mil pesos mensuales. Enfrentar la crisis con esa defensa inmunológica, provista por el patrimonio individual, es circunstancia distinta que hacerlo con 2 mil 500 pesos mensuales, por familia, que es la realidad de quienes viven en el sótano del edificio nacional.