Después de conocer borradores de las propuestas legislativas con las que el fiscal pretende moldear no sólo a la FGR, sino al conjunto del sistema penal, me queda una impresión: el fiscal no es un reformador. Es un restaurador.
Algunos elementos de esas iniciativas implican una restauración franca del modelo de justicia anterior, con elementos que lo endurecen todavía más. Un sistema de justicia para un régimen autoritario.
En ese entonces nadie o pocos imaginábamos que a ese lugar llegaría alguien con intenciones de reconstruir las prácticas del pasado, porque las nuevas le son retadoras. No puede con ellas.
Las propuestas de las iniciativas de ley, si es que lo son, subsidian la ineficacia de nuestro aparato de persecución criminal. Lo hacen de la peor manera posible: tomando prestados nuestros derechos. Y cuando éstos se debilitan, todo es posible. Como meter inocentes a la cárcel o castigar a quienes estorban al poder.
En unos días sabremos si el fiscal es un reformador, o si busca restaurar.