Ya no miramos igual. Cuando caminamos por el campo, por los ranchos, ya no miramos igual. Cuando caminamos y lo primero que encontramos es restos óseos calcinados, creo que el ojo se hace más hábil. Ya no miramos igual, cuando miras el monte o la yerba… o yo no sé si los mismos restos sienten que nosotros queremos encontrarlos y nos hacen mirar. Nos han pasado muchas cosas bien extrañas, yo creo que formamos esa sensibilidad, de decir “mira, aquí están”, así nos pasa acá, a nosotros.
Casi siempre les estoy diciendo a los huesos -porque yo siempre he sentido que ellos hablan, porque no se quieren quedar ahí- “bueno, o salen ahorita o se quedan, porque nosotros tenemos que continuar”. Y cuando parece que ya no hay nada, empezamos a encontrar de nuevo. Avanzamos y salen más y más, salen como si nos dijeran “espérate, no te vayas, no me dejes aquí”. Eso es casi siempre en cada uno de los sitios que vamos.
*Con información de Pie de Página