En este país, por desgracia, contamos con millones de víctimas de la violencia, lo cual nos obliga a preguntar: ¿por qué una víctima tendría que tener más legitimidad que otra para ocupar el cargo de ombudsperson? Por toda respuesta, el Presidente habilita el parentesco consanguíneo con doña Rosario Ibarra, y es por ello que surge la pregunta de si ese es un criterio suficiente. Evidentemente no lo es, no sólo porque el apellido –como en toda actividad profesional– no basta, sino porque además Rosario Piedra se ha destacado más en el mundo del activismo político que en el de los derechos humanos.
En resumidas cuentas, aún teniendo la legitimidad de ser víctima de la desaparición de su hermano en la época de la mal llamada guerra sucia, resultaba fundamental cuidar el proceso de selección y el análisis del perfil de quien encabezaría la CNDH. Esto hubiera ayudado a impulsar lo que debería ser un gran cambio en este organismo: que alguien que conoce lo que es luchar contracorriente, enfrentar el poder del Estado y la impunidad como sistema, sea ahora quien encabece el órgano garante de los derechos fundamentales.
Sin embargo, al no cuidar el proceso, Morena no cuidó la legitimidad de la hoy ombudsperson y ello debilitó no sólo a la activista, sino a la institucionalidad misma de la propia CNDH.
Es real que ahora partidos políticos como el PRI y el PAN reclaman la legalidad en el procedimiento cuando ellos mismos lo violaron en el pasado. Baste recordar los casos penosos de José Luis Soberanes y Raúl Plasencia Villanueva; primero, porque no acreditaban un conocimiento necesario del mundo de los derechos humanos y de la realidad que los violenta y, segundo, porque terminaron plegándose al poder en turno y no poniéndose al servicio de las víctimas.
Sin embargo, no por ello debemos dejar de advertir que, con lo hecho, Morena recurre a los mismos métodos oprobiosos, con los cuales debilita tanto la legitimidad de la ombudsperson como la propia institucionalidad de la CNDH, que en buena medida basa su fuerza en la autonomía de quien la encabeza respecto del gobierno en turno.