La revisión del presupuesto público asignado en 2019 y el que se planea asignar para 2020 en el proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación enciende las alarmas pues no deja lugar a dudas: la emergencia climática no es una prioridad para el Estado. Sí lo es, en línea con sexenios anteriores, la explotación de gas y petróleo, que es una de las grandes ganadoras en el gasto público, aunque esto suponga que pierda nuestro futuro.
Para este fin, en 2019 se destinó 10.5% del presupuesto total de la Federación. En contraste, los recursos para atender el cambio climático únicamente representaron 0.7%. Lo que se planea asignar en 2020 es aún peor, con 11.2% del presupuesto total dedicado a hidrocarburos y 0.9% para cambio climático. El escaso e insuficiente aumento para cambio climático se debe, principalmente, a que 73% de los recursos dirigidos a este tema en 2020 es para el transporte de gas natural; un absurdo ya que el gas natural es un combustible fósil causante de emisiones de gases de efecto invernadero.
Que estos proyectos reciban recursos millonarios del presupuesto público en la presente administración quiere decir que desde el gobierno le siguen apostando a esta nociva técnica y a la explotación de hidrocarburos en el futuro, lo que es insostenible ante la crisis climática, además de totalmente irresponsable con los ecosistemas y la población del país y sus derechos humanos, incluidos los derechos al agua, al medio ambiente sano y a la salud, tanto de generaciones presentes como futuras.