Para constatar que la pobreza es tanto una causa como una consecuencia de la desaparición de personas, el Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia (IMDHD) ha llevado a cabo un estudio en las regiones del sur y del centro del estado de Veracruz con 87 familias. Así, para tales efectos, se aplicaron 87 encuestas y 77 respuestas provinieron de mujeres, es decir, el 89%. Esto refleja, de alguna manera, la “feminización de la búsqueda de las personas desaparecidas”. Este fenómeno, vale resaltar, no es propio de Veracruz en específico. En México, en general, sobresale la presencia de grandes contingentes de mujeres buscando a sus esposos, hijos, hijas, padres, madres, hermanos, hermanas, sobrinos, sobrinas y demás familiares víctimas del delito de desaparición perpetrada ya sea por agentes estatales o por particulares. Estas madres, esposas, hijas, abuelas, hermanas y tías, en otra época ajenas y distantes al activismo social, hoy juegan un papel preponderante en la escena política y fungen como actores claves para la vuelta a casa de sus familiares.
Como sobrevivientes de la violencia en muchas ocasiones, las mujeres se convierten en las depositarias de la información y de la memoria. En ese sentido, buscar a sus familiares se vuelve frecuentemente una parte intrínseca de su ser. Esto no significa, claro, que los hombres no desempeñen labores de localización también. Sin embargo, llama poderosamente la atención el alto número de mujeres que llevan a cabo estas tareas no para reivindicar sus propios derechos, sino los de terceros que se encuentran en condiciones de vulnerabilidad, muchas veces al igual que ellas mismas.
Y es que, generalmente, estas mujeres no están preparadas de antemano para enfrentarse al poder público o a la delincuencia organizada que les ha arrebatado a sus familiares. Al dar inicio a su peregrinaje, éstas deben abandonar los roles tradicionales de género que les han sido impuestos por la sociedad en la esfera privada y lanzarse a la esfera pública de lleno, sin ninguna formación previa que las prepare para ello. Así, muchas de ellas, amas de casa, se convierten de la noche a la mañana en abogadas, forenses, peritas, psicólogas, entre otras especialidades, ya que, al ser sacudidas por una realidad ominosa, se ven obligadas a ocupar papeles que en la mayoría de las sociedades desempeñan los hombres. Para muchas mujeres, vale resaltar, estas labores implican ingresar a la esfera pública por primera vez en su vida.