El 1 de octubre falleció Miguel León-Portilla (1926-2019), el historiador, filósofo y lingüista que, como su maestro el padre Ángel María Garibay, dedicó su vida al estudio, la traducción y la divulgación de la cultura náhuatl.
Su formación en la filosofía escolástica como jesuita fue clave en su posterior trabajo intelectual. El estudio y la enseñanza de la filosofía siempre le interesó. Su texto La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes (1993) es una obra fundamental.
León-Portilla siempre se reconoció como discípulo del padre Ángel María Garibay y fue sin lugar a dudas su mejor e indiscutible heredero. Él fue quien lo inició en el estudio de las culturas mesoamericanas. El historiador y filósofo siempre reconoció la importancia que para él tuvieron sus años de jesuita y la formación que le dio la Compañía de Jesús.
En 2002, cuando Léon-Portilla recibió el Doctorado Honoris Causa que otorga el Sistema UIA-ITESO, en su discurso de aceptación dijo de los jesuitas: “Debo a ellos parte muy importante de mi formación moral e intelectual. A muchos de ellos me he acercado, tanto a través de sus obras como en no pocos casos tratándolos como personas. Y añadiré que hace años en esta Universidad he dado clases de historia y antropología”.
Y añadió que “es satisfactorio comprobar que mis amigos jesuitas contemporáneos, en renovado proyecto, prosiguen y enriquecen las labores de sus predecesores: quehaceres religiosos, docencia, investigación en sus colegios y universidades; acercamiento a los pueblos indígenas, así como haciendo aportaciones en las humanidades y ciencias”.