En esta ruta las principales deficiencias se detectan en la investigación criminal. No vayamos lejos: recién atestiguamos la liberación de Gildardo López Astudillo y de varios implicados en el caso de los 43 estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa a consecuencia de los errores, omisiones y arbitrariedades en la investigación. Mientras las fiscalías continúen fabricando pruebas a partir de tortura y no de inteligencia y dictámenes científicos, no será posible esperar un destino distinto en la cancha del Poder Judicial.
A pesar de constituirse como una pieza fundamental en la investigación criminal y un actor clave durante el proceso penal, lo cierto es que hasta ahora no se observan esfuerzos para conocer y fortalecer los servicios periciales y forenses.
Hoy en día se observan esfuerzos dirigidos al fortalecimiento de investigadores mediante el Modelo Nacional de Policía y Justicia Cívica. Por su parte, algunas fiscalías están orientando esfuerzos para transformar sus modelos de investigación hacia una persecución penal estratégica, pero no se ha puesto aún el foco de atención en los servicios periciales y forenses. Hoy más que nunca se requieren peritos a la altura de la crisis humanitaria, capaces de remontar los déficits de confianza, justicia y verdad.