La iniciativa de Ley de Amnistía que ha presentado el presidente de la República ha suscitado y seguirá haciéndolo muchos comentarios, reacciones y análisis. De hecho, se trata de una propuesta de pieza legislativa que amerita valorarse desde varias aristas. En los párrafos que siguen me limito a cinco reflexiones a bote pronto.
Primero. El sentido de la propuesta descansa en una aspiración de justicia que merece reconocimiento.
Segundo. El problema es que ese ánimo justiciero contrasta de manera frontal con la lógica de otras reformas y leyes que han sido impulsadas por el actual gobierno y su mayoría legislativa.
Tercero. Se trata de una ley federal que, por lo mismo, tendrá efectos inevitablemente limitados.
Cuarto. En definitiva me parece que esta es la peor manera de atender la injusticia que supone criminalizar a una mujer que interrumpe un embarazo.
Quinto. Esta ley debe servirnos como recordatorio de las contradicciones y defectos de nuestro ordenamiento jurídico en su conjunto.
Por todo lo anterior creo que debemos celebrar que esta iniciativa haya sido presentada pero es necesario que la sociedad en su conjunto –y no solo las y los legisladores– inicie una reflexión sobre sus razones, implicaciones y posibles derroteros.